(Modelo de sacerdote y de evangelizador).
(SU
FIESTA SE CELEBRA EL 4 DE AGOSTO.
ES PATRONO DEL CLERO SECULAR)
San Juan María Vianney, el cura de Ars, como
popularmente se le conoce, nació en Dardilli, en el Noroeste de Lyon, el 8 de
Mayo de 1786.
A los 26 años ingresa
en el Seminario para cursar los estudios
eclesiásticos; su capacidad intelectual
era bastante limitada; pero como el Señor elige a quien quiere, (“No me
elegisteis vosotros a mí, yo os elegí a vosotros”, Jn 15,16), al final, fue ordenado sacerdote
un 13 de Agosto de 1818. Murió el 4 de Agosto de 1859 y fue canonizado el 31 de
Mayo de 1925.
El epicentro de su
ministerio sacerdotal fue Ars, una parroquia de 250 habitantes, “último pueblo
de la diócesis y bastante frío espiritualmente”. Al darle el nombramiento, el Obispo de la diócesis le dijo: “No hay mucho amor de Dios en esa
parroquia; usted lo pondrá".
S. Juan María, sin
muchos títulos ni doctorados humanos, pero con una verdadera conciencia de lo
que era ser sacerdote, tenía claro que su misión principal era trabajar por
convertir a sus feligreses (evangelizarlos, diríamos en estos tiempos).
Él estaba convencido de
que sólo había dos maneras de conseguirlo: por medio de la exhortación (es decir,
la predicación del evangelio y su testimonio de vida) y por medio de la
penitencia.
Comprometidos interrogantes
que nos vendrá muy bien meditar a los obispos y sacerdotes actuales, que, a
veces, tanto nos quejamos de la tibieza y frialdad de nuestras feligresías y de
no encontrar un método evangelizador efectivo para nuestros días. Pues bien, el Santo cura de Ars nos ofrece uno
bien experimentado y contrastado.
Hace unos años, con
motivo del 150 aniversario de la muerte de nuestro santo, Benedicto XVI escribió una preciosa carta a los sacerdotes,
en la que nos ofrecía interesantes
enseñanzas sacerdotales de S. Juan María Vianney.
El papa nos recordó en
esa carta cómo definía el cura de Ars lo que era ser sacerdote. “El sacerdote
es el amor del Corazón de Jesús”. Es el hombre que hace presente el amor de
Dios a la humanidad de distintas maneras;
un amor infinito “pues nadie tiene amor más grande que el que da la vida por
sus amigos” (Jn, 15,13).
Pero el sacerdote también se podría decir que es “el rosto misericordioso de Dios”, como lo fue
Jesucristo y ha expresado el papa Francisco en la Bula de convocatoria del Año
Jubilar (Misericordiae vultus).
En el cura de Ars
se descubre verdaderamente el rostro misericordioso de Dios. Pasaba
muchas horas del día administrando del
Sacramento de la Misericordia o Confesión, atendiendo a los que en
interminables filas acudían a su confesonario, de tal manera que se decía que
Ars era “el gran hospital de las almas”.
En la Nueva Evangelización, que tanto nos preocupa
hoy a la Iglesia y sacerdotes, como San
Juan María Vianney:
1/ Hemos de mostrar a los hombres, en la predicación y a través de nuestras
vidas, a un Dios amor, “pues sólo el amor es digno de fe”.
2/ En segundo lugar,
hemos de suscitar en los hombres la confianza en un Dios
misericordioso, capaz de perdonar todos
nuestros pecados por muchos, reiterados y graves que sean. En el diario de Santa Faustina
Kowalska leemos estas palabras que le dirige Jesús: “Cuando un pecador se dirige a Mí misericordia, aunque sus pecados
sean negros como la noche, Me rinde la mayor gloria y es un honor para Mí
Pasión (Diario 378).
Hablando del Sacramento
de la confesión decía el santo cura de
Ars.:” No es el pecador el que vuelve a Dios para pedirle perdón, sino Dios
mismo quien va tras el pecador y lo hace volver”. “El buen Salvador está tan
lleno de amor que nos busca por todas partes” (Jn 10. 1-16).
La Nueva Evangelización
nos exige presentar el sacramento de la
confesión no desde su aspecto jurídico, que tanto mal ha hecho y sigue haciendo
en la actualidad, sino desde el aspecto sanador y salvífico de la persona, como
lo consideraba Jesús, que, muchas veces, antes de curar físicamente a los hombres los curaba espiritualmente, perdonando sus pecados, para
que su sanación fuera completa.
Juan
José Plaza Domínguez.
Delegado
diocesano de Misiones.