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miércoles, 13 de marzo de 2024

P. Jacques Philippe:

  “Para ser misioneros hay que acoger la presencia de Dios”

  • On 7 de marzo de 2024

“Dios mismo nos suplica que oremos”; “la primera persona a la que hay que predicar el Evangelio es a uno mismo”; “la oración, ya de por sí es una misión”, fueron algunas de las declaraciones lanzadas por el padre Jacques Philippe el conocido autor y maestro espiritual, sobre la íntima relación entre la oración y la misión.

La Cátedra de Misionología de la Universidad Eclesiástica San Dámaso celebraba ayer la Jornada Académica “Oración y misión”, en la que el padre Jacques Philippe ha desgranado la íntima relación entre ambas. El religioso, miembro de la Comunidad de las Bienaventuranzas, resaltaba al comienzo de su ponencia cómo ser fiel a la oración da fuerza para la misión y, a su vez, la misión da una vitalidad mayor a la oración.

El numeroso público que asistió a la intervención del religioso, en el Salón de Actos del Seminario Conciliar de Madrid, escuchó cómo la principal razón para orar es que Dios nos lo pide. “Dios nos suplica que oremos, que no nos conformemos con una oración superficial”. El padre Philippe señalaba que “si no nos enraizamos en una intimidad con el Señor no podremos responder a los retos de hoy”. Y es Dios mismo quien nos dirige la súplica de que oremos: “Si somos fieles a la oración no es porque nos satisfaga o nos haga bien; la razón más profunda es que Dios nos lo pide, nos lo suplica”. Si rezo por motivos propios puedo dejar de hacerlo; pero no podré dejar de hacerlo si me lo pide Dios, porque “no es el hombre el que busca a Dios, es Dios quien busca al hombre”.

El padre Philippe analizaba el mandato misionero del Nuevo Testamento. Hay un primer aspecto kerigmático, en el que “se anuncia el misterio de Cristo, la salvación dada en Cristo al hombre”; y una segunda etapa, que es la llamada a la santidad, contenida en el bautismo. Como primera observación del “Id al mundo entero y predicad el Evangelio”, apuntaba el autor de espiritualidad, está la promesa contenida en el “yo estaré con vosotros hasta el fin del mundo”, pero “para ser misioneros hay que acoger esa presencia”. Y es que la misión sobrepasa las fuerzas humanas porque “solo Dios puede tocar y dar la luz de la fe”. De ahí que sea fundamental, “la vida de la gracia, la vida interior”.

“Hay que aprender a rezar”, por lo que, insistía el padre Philippe, tenemos que pedir al Señor que nos enseñe a rezar. Hay que recibirlo todo de Dios, también la misión, porque “la misión no es cosa mía”. Además la condición de toda pastoral es la intimidad con Dios. Cuanto mayor es la intimidad con Dios, “mayor es la compasión para con el prójimo; Dios nos hace compartir su compasión por los que sufren, los alejados”, porque “Dios comparte con nosotros los secretos de su corazón”. El amar a Dios con todo el corazón nos lanza a nuestro prójimo. De igual forma, apuntaba el religioso, tan pronto como queremos hacer el bien a las almas, esto nos remite a Él y “nos vemos obligados a ponernos de rodillas ante Dios para que haga esa obra imposible, el tocar los corazones”.

Un aspecto destacado en la intervención fue la alusión a la pureza de corazón. Uno se lanza al apostolado y a la misión con toda su persona y “con todas sus ambigüedades”, con las propias aspiraciones humanas: “El hecho de hacer la cosas para Dios no excusa nada”. Sin la vida de oración no habrá esa purificación del corazón. Decía el padre Philippe que “la oración puede traernos mucho consuelo pero también mucho sufrimiento. La luz de Dios puede sacar a la luz todo lo que no es evangélico”. Por eso, “la primera persona a la que hay que predicar el Evangelio es a uno mismo”.

Un solo acto de amor vale más que todas las obras, decía citando a San Juan de la Cruz. Por eso, “la oración, ya de por sí es una misión”. Es la misión a la que somos llamados todos. Aunque uno esté enfermo, sienta que no vale nada, que no puede hacer gran cosa, puede rezar. Añadía: “No puedo predicar a todo el mundo, convencer, atraer a todo el mundo”, pero puedo rezar, porque en la oración “no hay límites, no hay barreras”. Y apuntaba, medio en broma, “que no hay que dejar a Dios nunca tranquilo hasta que cumpla su salvación”.

Escucha la intervención completa aquí.

Mons. Joseba Segura, presidente de la Comisión Episcopal de Misiones

 

On 6 de marzo de 2024

Mons. Joseba Segura en la Semana Española de Misionología de Burgos 2022

La Conferencia Episcopal Española elegía ayer al obispo de Bilbao, Mons. Joseba Segura, presidente de la Comisión Episcopal de Misiones y Cooperación con las Iglesias, en consonancia con su trayectoria de vinculación con el mundo misionero, y sus casi 12 años de labor pastoral en Ecuador.

Joseba Segura Etxezarraga nació en Bilbao el 10 de mayo de 1958 e ingresó en el Seminario de la diócesis bilbaína a los 17 años. Fue ordenado sacerdote el 4 de enero de 1985. Es licenciado en Psicología (1983) y doctor en Teología (1989) por la Universidad de Deusto. Entre 1992 y 1996 realizó un Máster en Economía en el Boston College de Estados Unidos. Desarrolló su ministerio sacerdotal en Barakaldo, primero como vicario parroquial de San José (1985-1991) y posteriormente como párroco in solidum de las parroquias de San Vicente, San José y la Esperanza (1991-1992). Entre 1996 y 2006 fue vicario parroquial de San Ignacio, San Juan de Deusto y San José de Elorrieta. En este tiempo desempeñó el cargo de delegado episcopal de Caritas, delegado de Pastoral Social y miembro del Consejo de pastoral diocesano.

En enero de 2006, cumplió su sueño de partir como misionero a Ecuador. Volvió a Bilbao en 2017, tras casi doce años de labor misionera, sobre todo en Riobamba, donde compartió la vida de las comunidades y las gentes más sencillas y más pobres de esa zona. Como Mons. Joseba reconocía en un Encuentro Misionero de Jóvenes, “la misión te ayuda a llegar a mucha gente y a conocer a mucha gente y a ser tocado por muchísima gente y muchísimas experiencias de personas que normalmente no formarían parte de tu vida y que producen una enorme riqueza; una enorme riqueza de experiencias por la que estoy profundamente agradecido”. En una entrevista en televisión, Mons. Joseba explicaba lo que supuso para él sus años de misión en Ecuador.

A su regreso, fue nombrado párroco en la Unidad Pastoral de Otxarkoaga-Txurdinaga. Desde septiembre de 2018 hasta su nombramiento episcopal fue vicario general de la diócesis de Bilbao. El 12 de febrero de 2019 fue nombrado Obispo titular de Basti y auxiliar de Bilbao por el Papa Francisco. Recibió la ordenación episcopal el 6 de abril de manos de Mons. Mario Iceta Gavicagogeascoa. Entre el 6 de diciembre de 2020 y el 3 de julio de 2021 fue también Administrador diocesano sede vacante. El 11 de mayo de 2021 fue nombrado Obispo de Bilbao e inició su ministerio en la Sede flaviobrigense el 3 de julio.

Ha sido miembro del Consejo de Economía y obispo responsable del Secretariado para el Sostenimiento de la Iglesia desde marzo de 2020 a marzo de 2024. Ya había sido miembro (2019-2020) de la Comisión Episcopal de Misiones y Cooperación con las Iglesias. Además de ser desde este 5 de marzo de 2024 presidente de esta comisión, forma parte de la Comisión Permanente, de la Conferencia Episcopal Española.

La Comisión Episcopal para las Misiones y Cooperación con las Iglesias comenzó a funcionar en 1966 como Comisión de Misiones. Simultáneamente existía la CECADE (Comisión Episcopal de Cooperación Apostólica Diocesana con el Exterior) que tenía a su cuidado la OCSHA (Obra de Cooperación Sacerdotal Hispano-Americana), creada en 1948. En 1972 ambos organismos quedaron unificados con el nombre de Comisión Episcopal de Misiones y Cooperación entre las Iglesias. La Asamblea Plenaria, en su reunión de noviembre de 2019, aprueba su nombre actual.

miércoles, 6 de marzo de 2024

Mons. César Franco:

 


 “Los grandes misioneros han sido grandes contemplativos”

  • On 5 de marzo de 2024
Mons. Braulio Rodríguez, arzobispo emérito de Toledo, Mons. César Franco, obispo de Segovia, y P. José María Calderón, director de OMP España

Monseñor César Franco, obispo de Segovia, defendió ante los trabajadores y voluntarios de Obras Misionales Pontificias la profunda relación que existe entre la oración y la misión, en un apasionante recorrido por la Sagrada Escritura, el Magisterio y los santos. Apoyado en los textos del teólogo y cardenal Danielou, monseñor César Franco hizo un diagnóstico ante la falta de pasión misionera de los cristianos de hoy en día.

“Entre la oración y la misión hay una casualidad recíproca; no hay oración sin misión y viceversa”, afirmó monseñor César Franco en la conferencia inaugural del XXI Encuentro de empleados y voluntarios de las delegaciones de misiones y OMP (Obras Misionales Pontificias). “Grandes vocaciones misioneras nacen de un encuentro con Dios”, explicó, y lo demostró con múltiples ejemplos de la Sagrada Escritura, tanto del Antiguo Testamento (Moisés, Elías, Ester, Isaías, nacimientos de Samuel y Sansón), como del Nuevo (Zacarías, María, San Pablo). Esto es también evidente en Cristo, quien se retiró a orar antes de llamar a los Doce, en su Pasión reza por sus discípulos y aquellos que creerán en su Palabra a través de ellos… Esta íntima relación entre la oración y la misión también está presente en todo el magisterio de la Iglesia.

“Los grandes misioneros han sido grandes contemplativos”, afirmó el obispo de Segovia. San Francisco, San Ignacio, San Bernardo de Claraval, Santa Teresa de Calcuta… “No podemos dirigirnos a los hombres si no hemos fraguado en el corazón lo que Dios quiere que digamos”, afirmó. Y tras la oración, el testimonio se da sin esfuerzo, porque brota naturalmente del encuentro con Cristo. “Nosotros hablamos de Él frecuentemente con esfuerzo, puesto que nuestro corazón no está suficientemente abrasado”, defendió. De hecho, San Juan Crisóstomo, conocido como “pico de oro” por su elocuencia al anunciar a Cristo, decía que, si viviéramos realmente el Evangelio, no se necesitaría la predicación.

Diagnóstico ante la falta de pasión misionera

Monseñor César Franco explicó que, tras el auge misionero del siglo XIX, en los últimos siglos ha habido un declive de la pasión misionera. ¿Por qué? Monseñor César apuntó a dos causas fundamentales. La primera es que los cristianos no nos sentimos salvados. “Si no partimos de nuestra propia conciencia de redimidos, ¿cómo vamos a llevar fuego a otros?”, se preguntó. El Papa Francisco, en la Evangelii Guadium, subrayaba que la primera motivación para evangelizar es el amor de Jesús que hemos recibido. Como no tenemos conciencia de ello, se ha llegado a una “espiritualidad de mínimos”, y a la mundanidad incluso dentro de la Iglesia. Por ello, monseñor Franco animó a pedir el Espíritu Santo, “que mueva los corazones fríos”.

La segunda causa de este declive según monseñor César Franco es la idea tan extendida de que no es necesaria la evangelización, ya que Dios salva a todo el mundo. El prelado defendió la importancia del anuncio explícito de Cristo, ya que es lo que están anhelando los hombres. “No hay nada más adecuado a la naturaleza del hombre que el Evangelio de Cristo”. El obispo contó la anécdota de un misionero jesuita en India que, después de una predicación se le acercó un hombre que le agradeció sus palabras “porque era lo que había estado esperando toda su vida”. Por ello, no hay contradicción entre la caridad y la predicación, es tan importante saciar el hambre material del hombre como la espiritual. Por ello animó a no decepcionar a los no cristianos al dejar de anunciar a Cristo. “Los cristianos son ridículos cuando ocultan lo que verdaderamente les hace interesantes”, concluyó monseñor Franco, parafraseando al cardenal Danielou.

Puedes ver la intervención completa de Mons. César Franco aquí.

lunes, 4 de marzo de 2024

Carlota Valenzuela, joven influencer:


 “La oración cambió mi vida”

  • On 4 de marzo de 2024
Carlota Valenzuela, joven que ha peregrinado de Finisterre a Jerusalén

Carlota Valenzuela, una joven granadina influencer conocida por peregrinar a pie de Finisterre a Jerusalén, compartió con los trabajadores y voluntarios de Obras Misionales Pontificias (OMP) su experiencia con la oración. Según explicó, la oración está en el origen de su cambio de vida y es la brújula que le orienta cada día. Y es también el denominador común de todos los misioneros a los que ha entrevistado en el proyecto en el que colabora, “Hagan lío”. Y, por ello, defendió la importancia de crear una rutina diaria.

Carlota nació en Granada y pasó una infancia muy feliz. Ya de joven se trasladó a Madrid, donde alcanzó todo que había deseado: estudió un máster, tenía un buen trabajo, un piso en el centro… Y sin embargo, no era suficiente. “En el fondo de mi corazón había una frustración, la sensación de que tenía que haber algo más”. Y por eso, tomó la determinación de hacer silencio y rezar con más intensidad, con una búsqueda sincera y honesta. “Fue la primera vez en mi vida en la que yo empecé a hacer una rutina de oración seria, no dependía de cómo me despertaba cada mañana, haciendo esta pregunta cada día: ¿Señor, qué quieres de mí?”.

Así fue como, dentro de ella, comenzó a surgir un deseo profundo de peregrinar a Jerusalén a pie desde Finisterre. Aventura que emprendió en 2022, que le llevó a un viaje de once meses de recorrido a pie por España, Francia, Italia, Eslovenia, Croacia, Montenegro, Albania, Grecia, Chipre e Israel, que le hicieron conocer la belleza de la Iglesia y la fuerza de la Providencia. Ya en Israel, tuvo que adelantar su regreso a casa porque su abuela estaba enferma. “Entendí perfectamente que ese era mi Jerusalén, que todo lo que no había sentido en el Santo Sepulcro era ahí [con mi abuela] donde lo tenía que sentir, era ahí donde el Señor me estaba esperando”.

Esta experiencia, que nació de la oración, le cambió por completo. Carlota dejó su trabajo para dedicarse a la evangelización en las redes sociales. En ese momento, el director de cine Juan Manuel Cotelo contactó con ella para el proyecto Hagan Lío, y con él ha recorrido el mundo documentando historias de personas que han dicho Sí al Señor. “Una cosa que me ha impactado muchísimo de estas personas es que cuando les preguntamos de dónde nace su misión, todos sin excepción, tienen la misma respuesta: de la oración”, explicó. “Si no viniese de la oración, solo sería activismo”.

Rutina de oración

Este aprendizaje de los misioneros le ayuda a ella en sus redes sociales. “Si no nos estamos nutriendo de una relación personal con Aquel que nos ama, nada de nuestro trabajo o misión tiene sentido”, explicó. “Cuando uno ve a alguien que no reza, se nota, se huele”. Y por eso, merece la pena dedicarle tiempo, establecer una rutina seria y pelear contra nuestras miserias.

Carlota compartió con los trabajadores y voluntarios de OMP su manera de hacer oración. En su caso, reza por las mañanas, recién levantada. Dedica media hora en silencio a la oración, y después reza Laudes y hace las preces del salterio y las personales. Después lee el Evangelio del día, pensando qué va a contar en Instagram. “Aquí tengo que rectificar la intención constantemente porque no es lo que yo voy a predicar, es lo que Dios tiene para decirme hoy en su Palabra”. Y termina con oración escrita. “Yo ‘beso’ ese ratito de una hora por las mañanas, porque no me roba tiempo de otras cosas; al revés, le da sentido a todo”. Y ese rato, cambia la forma de vivir el día. “Me voy dando cuenta de que mi día se va espolvoreando de oración espontánea, voy caminando por la calle y me veo en una disposición más contemplativa”. Y esa es su intención. “Mi meta es que esto se vaya convirtiendo en algo que impregne cada minuto de mi vida”.

Puedes ver la intervención de Carlota Valenzuela en el XXI Encuentro de Empelados y Voluntarios de OMP aquí. 

P. Matías Gómez, misionero:

 


 “Caminar por Honduras es arriesgar la vida”

  • On 1 de marzo de 2024

Este domingo es la Jornada de Hispanoamérica, el día en el que se celebra la especial vinculación misionera que une las Iglesias de América y España. Con el lema “Arriesgan su vida por el Evangelio” esta jornada recuerda a todos los misioneros allí, especialmente a los sacerdotes diocesanos de la OCSHA. Esta Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanomaericana este año cumple su 75 aniversario. Son sacerdote misioneros como Matías Gómez, que arriesga su vida por el Evangelio en San Pedro Sula, Honduras, uno de los lugares más violentos del mundo.

“La violencia está por todos lados, es raro el día en el que las noticias no dicen que han asesinado a una familia, a alguien que iba por la calle…”, explica Matías, que llegó a San Pedro Sula hace 18 años. Según señala, en la raíz de la violencia está la pobreza extrema, la droga, la desestructuración familiar, la extorsión… Es un caldo de cultivo para las maras y las caravanas de emigrantes. “Lo peor es que todo queda en la impunidad”.

La semana que viene irá a confesar a una zona extremadamente violenta. “Cuando uno pasa por esas zonas tiene que encender las luces del coche, esa es una señal de que la persona que camina es del lugar”. Además, tiene que bajar las ventanillas del coche para que los muchachos que vigilan las calles puedan reconocerle cuando circula. “Cuando uno pasa por estos lugares, sabe que se está exponiendo”.

El padre Matías no quiere quedarse de brazos cruzados, quiere ser parte de la solución. Y por eso entrega la vida para anunciar a Cristo. “El Evangelio aporta esperanza, es la alternativa a todo esto”, cuenta el misionero. Y por ello, evangeliza en todos los poblados, con bastante precariedad dada la falta de sacerdotes. Además de toda la labor pastoral, la diócesis lleva adelante el Hogar San Rafael, creado por un misionero alemán para acoger a niños abandonados, carne de cañón para las maras. “Muchos niños viven de pequeños en abandono, tienen que buscar la vida como pueden. Las maras les ofrecen lo que en su casa no les han dado, incluso cariño, y la posibilidad de estudiar. Todo esto se lo van cobrando poco a poco después”, dice. Por suerte, gracias al Hogar hay niños que se están librando: “Llevamos niños en total abandono y hoy son hombres de bien que están haciendo una vida normal, como cualquier otra persona.”

El misionero murciano reconoce que no es fácil. “Mentiría si dijera que no tengo miedo”, añade. “A veces decimos cosas que a los de alrededor no les cae bien, pero no por eso voy a dejar de evangelizar”. De hecho, reconoce que tiene en mente a San Óscar Romero, que fue asesinado mientras celebraba la Misa. “Muchas veces pienso: ¿será este el momento? Es algo que tengo muy grabado”. Sin embargo, no se queda paralizado: “Si le metes miedo a todo esto no avanzamos, hay que dejar el miedo al lado y seguir avanzando”. “Animaría a todos a que no tengan miedo de arriesgar la vida por el Evangelio, es lo más grande y hermoso que podemos hacer”. Asimismo, anima a los sacerdotes diocesanos de España a dar el salto a la misión.

El sacerdote Matías Gómez encarna el lema de la Jornada de Hispanoamérica de este domingo, “Arriesgan su vida por el Evangelio”. Una Jornada organizada por la Conferencia Episcopal Española (CEE) para recordar a los sacerdotes, religiosas y religiosos, consagrados y laicos misioneros en Latinoamérica (el 66,7% de los misioneros españoles están allí), pero en especial a los pertenecientes a la OCSHA (Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana), que este año cumple su 75 aniversario. La Comisión Episcopal de Misiones y Cooperación con las Iglesias ha elaborado una carpeta con información documental para este Día de Hispanoamérica. Este domingo, las colectas de las Misas se destinarán a ayudar a los sacerdotes de la OCSHA (el año pasado, los españoles colaboraron con 59.657,49€).

“Casi 6.000 misioneros españoles están trabajando en Hispanoamérica, y a veces en situaciones muy complicadas”, explica José María Calderón, director de Obras Misionales Pontificias, y secretario de la Comisión para las Misiones y Cooperación entre las Iglesias. “Todos ellos gastan y desgastan su vida por ayudar al prójimo para que se encuentre con Cristo”, añade. “No te olvides de rezar por ellos, para que el Señor les ayude”.