El primer domingo de
Marzo se celebra en la Iglesia de España el día de Hispanoamérica, a lo que se
suma, en nuestra diócesis de Sigüenza-Guadalajara, la celebración del día del
misionero diocesano.
Aunque la presencia de
misioneros españoles en Hispanoamérica ha sido constante a través de los
tiempos, sin embargo, la presencia de sacerdotes diocesanos se hizo urgente, por diversos motivos, a
partir de los años 50.
En 1957 el papa Pío XII
escribe la encíclica “Fidei Donum”, en que invita a los obispos a ofrecer
algunos de sus sacerdotes para un
servicio temporal en las tierras americanas.
En la encíclica “Fidei
Donum” y más concretamente en el decreto Ad Gentes del Concilio Vat II, se urge
a las Iglesias particulares a la solicitud evangelizadora y misionera de la
Iglesia Universal:
“Los obispos,
juntamente con los presbíteros, imbuidos más y más del sentir de Cristo y de la
Iglesia, sientan y vivan con la Iglesia Universal”. (La Iglesias jóvenes y más
pobres)” necesitan sobremanera que la acción misionera de toda la Iglesia
suministre continuamente los socorros que
sirvan, ante todo, para el desarrollo de estas Iglesias locales y para la
madurez de la vida cristiana; ayude también esta acción misionera a las
Iglesias fundadas hace tiempo que se encuentran en cierto estado de retroceso o
debilidad.”(Ad Gentes 19).
La Iglesia de España y
los cristianos españoles tenemos un grabe deber de ayudar a las Iglesias
hermanas de Hispanoamérica; aunque, como
estamos comprobando en el presente, esta ayuda es recíproca; ya no es sólo de
España a Hispanoamérica, sino también de Hispanoamérica a España.
El lema bajo el que se
celebra este año el día de Hispanoamérica es: “Evangelizadores con la fuerza
del Espíritu “, inspirado en el capítulo V de la “Evangelium Gaudiún” del papa
Francisco.
Los apóstoles, en
Pentecostés, con la fuerza del Espíritu, salen de sí mismos y se convierten en
evangelizadores. El Espíritu Santo les hace dejar atrás sus miedos y cobardías
y les impulsa a manifestar con alegría y audacia su fe en Cristo resucitado.
Efectivamente, “es la fuerza del Espíritu la que renueva, sacude e impulsa a la
Iglesia en una salida fuera de sí para evangelizar a todos los pueblos” (E.G.
261).
Es imposible imaginar
que la primera Evangelización de América hubiera sido realidad sin que los misioneros españoles
fueran impulsados por algo más que sus propias fuerza humanas; es decir, por la
fuerza del Espíritu Santo.
Pues bien, aquí tenemos
un ejemplo más para tomar conciencia de cómo la Iglesia actual debe afrontar el
reto de la “Nueva Evangelización”, que no es de otra manera que preparando a
evangelizadores que sean impulsados por la
fuerza del Espíritu.
Juan
José Plaza Domínguez