viernes, 18 de diciembre de 2015

Vence la indiferencia y conquista la paz

La indiferencia ante Dios y el prójimo es una amenaza para la paz dice el Papa Francisco en el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2016
ElPapa Francisco, en el mensaje para la XLIX Jornada Mundial de la Paz que se celebra el próximo 1 de enero de 2016, hace un llamamiento a las personas, las sociedades y los Estados a superar la indiferencia hacia los demás, especialmente los más necesitados, y asumir “compromisos concretos” que promuevan una “cultura de solidaridad, misericordia y compasión”, como único camino a la paz.

En su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, Francisco afirma que “la indiferencia ante el prójimo es hija de la indiferencia ante Dios” y llama la atención sobre la indiferencia de quienes prefieren “no informarse y vivir en su bienestar”, pero también la de quienes se informan “de manera frívola”, conociendo vagamente “los dramas que afligen a la humanidad”, pero sin sentirse “comprometidas”, y sin ser capaces de vivir “la compasión”.

El Papa va más allá de la indiferencia personal, al afirmar que alcanza “la esfera pública y social”, hasta constituir una “grave falta al deber” de contribuir al bien común, “de modo particular a la paz”. Cuando la indiferencia afecta al plano institucional y se combina con “una cultura orientada a la ganancia y el hedonismo”, se llegan a justificar “políticas económicas deplorables, premonitorias de injusticias, divisiones y violencias”. En esta “globalización de la indiferencia”, no queda tampoco al margen la indiferencia respecto al ambiente natural; en este sentido, el Pontífice expresa su preocupación por las guerras pasadas o futuras “a causa de la falta de recursos o para satisfacer” su insaciable demanda.

Para dar el paso “de la indiferencia a la misericordia”, Francisco pide “la conversión del corazón” al modo de Jesús, que “se ha encarnado y se ha mostrado en todo solidario con la humanidad, menos en el pecado”, y subraya que “Él no se limitaba a enseñar la muchedumbre, sino que se preocupaba de ella, especialmente cuando la veía hambrienta o desocupada”. En la parábola del buen samaritano, Jesús enseña a sus discípulos, “a que aprendan a detenerse ante los sufrimientos de este mundo para aliviarlos, ante las heridas de los demás para curarlas, con los medios que tengan, comenzando por el propio tiempo, a pesar de tantas ocupaciones”.

Para promover una cultura de la solidaridad y la misericordia, que venza la indiferencia, el Papa ofrece caminos concretos a las familias, a los educadores, al mundo de la cultura y a los medios de comunicación. También pone ejemplos concretos de “actuaciones loables, que demuestran cómo cada uno puede vencer la indiferencia si no aparta la mirada de su prójimo”. Entre ellos, menciona a “muchos sacerdotes y misioneros que, como buenos pastores, permanecen junto a sus fieles y los sostienen a pesar de los peligros y dificultades, de modo particular durante los conflictos armados”; o a las familias que han abierto “sus corazones y sus casas” para acoger a quienes tienen necesidad “como los refugiados y los emigrantes”.

Finalmente, y “en el espíritu del Jubileo de la Misericordia”, el Papa Francisco invita a que cada uno reconozca “cómo se manifiesta la indiferencia en la propia vida” y sugiere “adoptar un compromiso concreto para contribuir a mejorar la realidad”, apuntando medidas explícitas para los Estados. A éstos, el Santo Padre les pide prestar atención a los encarcelados, mejorando “las condiciones de vida en las cárceles”, dando una atención especial a “quienes están detenidos en espera de juicio”, introduciendo en las legislaciones vigentes “alternativas a la prisión” y aboliendo “la pena de muerte donde esté todavía en vigor”.

También a los Estados recomienda que respeten a los emigrantes, y pide que las legislaciones vigentes “estén inspiradas en la voluntad de acogida, en el respeto de los recíprocos deberes y responsabilidades” y se preste atención a las condiciones de residencia, “recordando que la clandestinidad corre el riesgo de arrastrarles a la criminalidad”.Francisco exhorta asimismo a los Estados a considerar que “la falta de trabajo incide gravemente en el sentido de dignidad y en la esperanza” y pide “la creación de puestos de trabajo dignos, para afrontar la herida social de la desocupación”.

Finalmente, hace un “triple llamamiento”: “para que se evite arrastrar a otros pueblos a conflictos o guerras”; “para abolir o gestionar de manera sostenible la deuda internacional de los Estados más pobres”; y “para la adoptar políticas de cooperación (…) respetuosas de los valores de las poblaciones locales y que, en cualquier caso, no perjudiquen el derecho fundamental e inalienable de los niños por nacer”.


Para leer el texto completo del mensaje