jueves, 14 de abril de 2016

Mi vocación

Vocaciones Nativas


En nombre de las Vocaciones Nativas, ¡gracias a todos! Guy Bognon, oficial de la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol en el Vaticano

La evangelización en los países de misión fue desde el principio obra de misioneros europeos apasionados, llenos de celo por Dios y la Iglesia. Estos misioneros –y todos los que vinieron después-, aceptaron las difíciles condiciones de vida, en un clima al que no estaban acostumbrados. La mayoría murieron muy jóvenes, debido al intenso trabajo y las enfermedades. Merecen todo nuestro reconocimiento y homenaje.

A pesar de que venían más misioneros, siempre eran pocos en comparación con la abundancia de la misión. Sus actividades pastorales no hubieran sido posibles sin la ayuda de los primeros cristianos catequistas autóctonos, que se formaron rápidamente y que sabían comunicar con mayor facilidad las verdades evangélicas de los misioneros, puesto que conocían mejor la lengua y las costumbres. Los misioneros se dieron cuenta de que si algunos de sus colaboradores y colaboradoras llegaban a ser sacerdotes y religiosas, la misión sería más floreciente. Por esto, la pastoral vocacional comenzó poco a poco, con la misión de enraizar la la fe en los corazones de los jóvenes. Algunos de ellos entraron en el seminario.

El primer sacerdote nativo de Benin, fue fruto del trabajo de los misioneros. Ordenado en 1928, era de una cultura humana y religiosa indiscutible. Yo mismo soy un eslabón más de esta cadena que empezó con este sacerdote. Impresionado por el celo pastoral de los sacerdotes nativos que atendían mi parroquia, decidí entrar en el seminario.

Éramos 204 seminaristas, en un seminario creado en 1967 gracias a las ayudas de la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol, la Obra Misional Pontificia que ayuda a las vocaciones nativas. Además de ayudar en su construcción, esta Obra enviaba anualmente ayudas para el funcionamiento cotidiano del seminario, que nuestras pequeñas pensiones y contribuciones locales no llegan a cubrir. Todos los seminaristas diocesanos con los que he convivido en todas las etapas de mi formación han sido ayudados por la Obra de San Pedro Apóstol.

Una vez ordenado sacerdote, he sido formador durante seis años en los seminarios donde me he formado. He visto de cerca los esfuerzos de la Obra de San Pedro Apóstol en el sostenimiento de las vocaciones. Los formadores trabajan con total abnegación y rigor que requiere la formación de los futuros pastores de la Iglesia. Esta formación es espiritual, intelectual, humana y pastoral, en un ambiente de vida comunitaria. Cada año se hace un discernimiento sobre cada seminarista para decidir si debe contituar su camino hacia el sacerdocio, o su es mejor orientarle hacia otros caminos.

Desde hace un año, trabajo en el Secretariado de la Obra de San Pedro Apóstol en el Vaticano. Estoy descubriendo de cerca la inmensa envergadura de la misión que cumple esta Obra, que abraza a toda la Iglesia universal. Todas las peticiones de ayuda de los rectores tienen que estar firmadas por el obispo del lugar, y acompañadas por una carta de recomendación o de la firma del nuncio apostólico, además de un rendimiento de cuentas de los subsidios financiados anteriormente.

En 2014, la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol ha subvencionado 746 seminarios, con un total de 75.557seminaristas.

Los subsidios ordinarios concedidos en los seminarios en 2014 ascienden a 19 millones. La Obra de San Pedro Apóstol subvenciona también los noviciados para la formación de religiosos y religiosas. En 2014, los subsisidos se han concedido a 2.406 novicios y a 4.661 novicias.

La Obra de San Pedro Apóstol contribuye a la construcción, ampliación y reparación de seminarios, y a los proyectos de autofinanciación (agricultura, ganadería, etc). Por ultimo, la Obra de San Pedro Apóstol organiza y subvenciona los programas de formación de los formadores en los países de misión.

Para poder cumplir estas diferentes misiones, la Obra de San Pedro Apóstol sobrevive gracias al impulso que reciben de las colectas puestas a su disposición por las Direcciones Nacionales. En 2015, la Dirección nacional de España envió a las Obras Misionales Pontificias una suma de 2.687.130 euros.

Entonces, ¿quién es la Obra de San Pedro Apóstol? ¿Quiénes son las Obras Misonales Pontificias? Es cada uno de los crsitianos del mundo, cada uno de vosotros que os consideráis como responsables, junto a todos vuestros hermanos bautizados, del progreso de la Iglesia en todas las naciones del planeta. Es cada uno de vosotros y vosotras que por amor de Dios y de la Iglesia, atendéis la llamada a manifestar a Cristo a los otros a través del testimonio de una vida llena de fe, esperanza y caridad.


Que el Señor mismo sea vuestra alegría y vuestra recompensa. En nombre de las vocaciones nativas, Gracias a todos.