jueves, 19 de mayo de 2016

Caminos entrelazados

Helena Yun Jeong Oh ha sido uno de los rostros de la pasada Jornada de Vocaciones Nativas. Nacida en una familia cristiana, al llegar a la universidad empezó a tener una crisis existencial. Interpelada por el sufrimiento de los pobres, se acercó de nuevo a la Iglesia, y conoció a las Franciscanas Misioneras de María que trabajaban con los leprosos. El ejemplo de los misioneros le empujaron a dar el paso y a hacerse misionera.
Leer el testimonio de Helena sobre su vocación misionera

Esta joven nacida en Corea del Sur, es franciscana misionera de María. Curiosamente, la suya es una congregación ligada de un modo especial a la Obra de San Pedro Apóstol.

Esta iniciativa a favor de las vocaciones nativas había sido fundada en 1889 por Juana Bigard —una vida marcada por el signo de la cruz y su misteriosa fecundidad— y su madre, Estefanía Cottin de Bigard.Ambas se movilizaron en respuesta a las peticiones de ayuda del obispo francés de Nagasaki, quien veía con sus propios ojos la importancia de que hubiera sacerdotes surgidos en la misma cultura y nación que aquellas personas a las que, en difíciles circunstancias de persecución, querían asistir.

Dejando aparte las vicisitudes de los inicios de la Obra, el hecho es que Juana y su madre, tras haber logrado el reconocimiento eclesiástico de León XIII, se encontraron con los obstáculos que, para obtener el reconocimiento civil, ponía el régimen anticlerical de Francia. Por eso, Juana decidió trasladar a Suiza la dirección central de San Pedro Apóstol, precisamente a la casa de las Franciscanas Misioneras de María en Friburgo, donde en 1902, la Obra fue reconocida oficialmente con plena personalidad jurídica. A ellas acabó confiando Juana la dirección de la Obra de San Pedro Apóstol, y en esa tarea trabajaron abnegadamente durante años, poniendo su importante grano de arena para que esta gran empresa en favor del clero nativo llegara hasta nuestros días. Es así como la Obra de María de la Cruz —nombre adoptado en secreto por Juana Bigard a los 23 años— y el carisma recibido por María de la Pasión —Elena de Chappotin, fundadora de las Franciscanas Misioneras de María— entrelazan sus caminos en aquellos primeros tiempos.


Un detalle curioso más: el recordatorio de la consagración episcopal de Angelo Giuseppe Roncalli —el que iba a ser papa Juan XXIII y hoy santo— llevaba la imagen de la Reina de las Misiones que él mismo había pedido que le pintaran las Franciscanas Misioneras de María de Roma. A ella encomendamos los frutos de esta Jornada de Vocaciones Nativas y de Oración por las Vocaciones del 17 de abril.