sábado, 9 de julio de 2016

Entrevista a Monseñor Fidel Herráez

Obras Misionales Pontificias España


“Desde un Dios que es Amor, el diálogo tiene que ser posible” Monseñor Fidel Herráez, arzobispo de Burgos al finalizar la Semana de Misionología


Arzobispo de Burgos en la 69 Semana de Misionología



Al finalizar la 69 Semana Española de Misionología, monseñor Fidel Herráez, arzobispo de Burgos –ciudad donde tiene su sede la Facultad de Teología del Norte de España, anfitriona de la Semana- analiza lo que este evento anual significa para la Iglesia española y para el rebaño que pastorea. En sus palabras, muestra la importancia de la misión y del diálogo, así como de los misioneros, principales artífices de esta realidad tan inherente a la vida de la Iglesia.


¿Qué significa la Semana de Misionología para la Iglesia Española y más concretamente para la Archidiócesis de Burgos?
La Semana de Misionología tuvo su origen aquí en Burgos y efectivamente hemos hecho ya 69 sesiones. Dentro de todas las diócesis españolas, Burgos es la que ha tenido las condiciones más adecuadas no sólo para iniciarlas, sino para luego proseguirlas. Es una diócesis donde el espíritu misionero, la realidad y la concreción misionera han estado siempre muy presentes. De aquí, de esta diócesis, ha habido y sigue habiendo miles de misioneros y misioneras por toda la Iglesia.
Aquí han nacido muchas realidades misioneras, y no hablo sólo del IEME (Instituto Español de Misiones Extranjeras), sino de tantas otras. Efectivamente, la diócesis de Burgos es un ámbito donde en ese pasado al que aludo y en el presente sigue siendo un lugar muy adecuado para esta Semana de Misionología.
Por ejemplo, en el momento presente de esta diócesis hay 730 misioneros: sacerdotes, religiosos y religiosas y seglares, un buen número de seglares misioneros. Es significativo que en este año 2016 siga habiendo este número de misioneros, que viendo lo que es el conjunto de la Iglesia no es grande, pero sí que es altamente significativo. Por supuesto, desearía que fuese así en toda la Iglesia en general y en la Iglesia Española de un modo concreto. Ojalá que en todas las diócesis pudiese haber esta apertura misionera. Aunque el número no es tan alto como en épocas anteriores, el hecho de que haya 730 misioneros sí es significativo. Burgos sigue siendo una diócesis fuertemente misionera.


Como usted ha señalado, Burgos siempre ha sido una tierra de muchos y grandes misioneros, ¿qué significa, cómo repercute eso en la vida cotidiana de la diócesis?
Repercute mucho, forma parte del vivir de esta Iglesia diocesana. Yo me he dado cuenta de que he llegado a una Iglesia que lleva un recorrido larguísimo, de siglos, gracias a Dios y gracias a quienes han estado caminando antes y a quienes me ha precedido en el servicio pastoral a esta Iglesia. Efectivamente, la misión forma parte de la estructura de la vida diocesana. No es un añadido, sino que la dimensión misionera es una realidad más en parroquias, diversas comunidades religiosas, en los sacerdotes, y por supuesto en la misma educación de los seminaristas. En definitiva, en lo que es la vida del día a día de la diócesis la misión es una realidad más. Pero no añadida, insisto, sino que forma parte normal por un lado y esencial por otro del caminar cristiano.


La semana ha tenido como tema el diálogo interreligioso, ¿es necesario partir de ese diálogo como paso previo para llevar a cabo la misión evangelizadora?
Siempre, por supuesto, todos los hijos de Dios -y todos somos hijos de Dios-, necesitamos abrirnos con sencillez, verdad y realismo a quien nos ha dado la vida, a quien nos la mantiene y a quien va a ser nuestra plenitud de vida al final. Yo creo que las concreciones que eso ha tenido a lo largo de la historia, y que sigue teniendo en religiones diversas, no siempre han sido constructivas. En cuanto a todo lo que ha habido de positivo, bendito sea Dios y enhorabuena a quienes lo han hecho posible. Pero en cuanto a todo lo que no ha sido constructivo en el pasado, ojalá aprendamos de esas lecciones, sin que nos sigamos lamentando unos y otros.
En el presente, pienso que tenemos que ser lo suficientemente sensatos. Con la sensatez de hijos de Dios, todos aquellos que vamos caminando por este mundo hacia ese encuentro definitivo con Dios; lo debemos hacer respetándonos, queriéndonos, ayudándonos. Dentro de las concreciones de cada uno, sabiendo, también nosotros los católicos, que Dios ha tenido este regalo inmenso de hacérsenos presente en Jesucristo. Desde esta amplitud de amor a Jesucristo, podemos vivir tan unidos a todos que sea verdad el que todos vamos formando este Pueblo de Dios en camino.


En una sociedad como la española, cada vez más multicultural y, en consecuencia, multirreligiosa, ¿cómo llevar a cabo ese diálogo? ¿Es posible dialogar con todos?
El intento y el esfuerzo tiene que ser el de dialogar con todos… Otra cosa es que eso se logre. Es importante que se quiten prejuicios, que se quiten posiciones tan sumamente de oposición que impidan ese diálogo. Yo sí creo que el diálogo es posible. Es posible cuando nos abrimos desde lo que somos los seres humanos, lo que somos los hijos de Dios, lo que es fundamentalmente el amor, que es la realidad primordial para todo ser humano. Nosotros, efectivamente, sabemos desde la revelación judeo-cristiana, y sobretodo desde la revelación directamente de Jesucristo, que Dios es Amor. Desde ahí, necesariamente, tiene que ser posible el diálogo en realidades suficientemente importantes como para caminar ayudándonos y no oponiéndonos, y mucho menos enfrentándonos.


La misión es un elemento constitutivo del cristianismo y también de la Iglesia católica. El Vaticano II, todos los Papas postconciliares y hoy el Papa Francisco, insisten en fomentar la misión, ¿cómo se traduce eso en la Iglesia española y en la Archidiócesis de Burgos?
Que la misión es esencial a la Iglesia es evidente. Ya el mismo Jesús, en las últimas indicaciones que nos da ya resucitado, además de todo lo que había sido su caminar anterior, nos dice claramente: id y proclamad la Buena Noticia a todas las gentes, anunciándoles en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, cuánto Dios os ama. Entonces, evidentemente, la misión forma parte de la estructura de la Iglesia, pero no porque lo añadamos, sino que es constitutiva del mandato del Señor.
¿Cómo concretar eso? En la Iglesia española, en cada una de las diócesis y aquí en esta diócesis de Burgos, tendremos que ver cómo concretar del modo más adecuado lo que forma parte de la vida eclesial, no poniendo la misión entre las demás realidades, sino como una de esas dimensiones fundamentales que tenemos que vivir en lo que es el seguimiento diario de Jesucristo, su anuncio a todos y la vivencia también de comunidad verdaderamente cristiana, comunidad unida en el espíritu de Jesucristo y de todos nosotros.



Luis Miguel Modino
Misionero de la OCSHA en Brasil