jueves, 4 de mayo de 2017

El Espíritu de Dios necesita todos los colores para expresarse bien

Vocaciones Nativas


“El Espíritu de Dios necesita todos los colores para expresarse bien. La Iglesia es católica y se debe ver católica”. Con estas palabras define el secretario general de la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol, Fernando Domingues, el florecimiento de las vocaciones en territorios de misión.



Como responsable del que puede considerarse el observatorio de las vocaciones en todo el mundo, Domingues no comparte la opinión generalizada de que en la Iglesia hay una crisis vocacional: “La situación de las vocaciones en la Iglesia es muy buena”. Como ejemplo, cita el ejemplo del continente africano, donde hace 150 años no había consagrados, y hoy, “la mayor parte de las iglesias en África están en manos del clero nativo”. El secretario de esta Obra Pontificia añade que “en algunos países no hay problema de vocaciones sino de dinamismo apostólico y misionero de nuestras comunidades” y al recordar la indicación de Pablo VI de que “hay que evangelizar cada nueva generación”, se pregunta si hemos sabido transmitido “fe y alegría a los jóvenes”.

En las iglesias jóvenes se siente ya “el dinamismo misionero”. En uno de sus viajes por los territorios de misión, el propio Domingues escuchó a un grupo de seminaristas keniatas decir: “El Evangelio tiene que viajar por el mundo; el Evangelio que recibimos es nuestra responsabilidad. Somos cristianos y tenemos derecho a colaborar”. “Las semillas plantadas por los misioneros han producido frutos abundantes”. Así lo atestiguan miles de vocaciones nativas surgidas gracias a esa primera evangelización llevada a sus países por los misioneros, como Agapit Gbegnon, un sacerdote de Benín que hace su doctorado en la Facultad San Dámaso de Madrid, y que de niño imitaba “a los misioneros blancos Combonianos y jugaba a celebrar Misa”.

La Obra de San Pedro Apóstol trabaja apoyando a estas vocaciones nativas de los Territorios de Misión, también económicamente; aunque en este aspecto, Domingues tiene las cosas muy claras: “La ayuda es mínima, porque la dependencia hace mal y es contraria a la dignidad del hombre”. En este sentido, varios obispos africanos piden que los seminaristas hagan al menos una parte de la formación en medio de su pueblo. Por ejemplo, los seminaristas de “Providencia Dei”, un Seminario que se encuentra en un ambiente rural en Parakou (Benin), se preparan al sacerdocio continuando con su vida rural, y en el Seminario de Antsirabé, Madagascar, los seminaristas trabajan en la cosecha del arroz, para ayudar a su sostenimiento.

Estas vocaciones son el fruto de la inculturación del Evangelio en los Territorios de Misión, que se ha producido a través de un diálogo paciente entre fe cristiana y cultura local. Como dice Domingues, “el proceso de inculturación debe llevar mucho tiempo; lo inician los misioneros, pero lo deben seguir las comunidades locales”. Este es el modo en el que la Iglesia sigue creciendo en todo el mundo y con Ella, muchas vocaciones a la vida religiosa y sacerdotal. 


Dora Rivas
OMP - Comunicación con los misioneros