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miércoles, 4 de septiembre de 2024

El Papa Francisco visitará cuatro países 100% territorio de misión:

 

 “Es bastante emotivo ver en Yakarta frases alusivas al Papa”

  • On 30 de agosto de 2024

El Papa Francisco vuelve a poner el foco en las periferias de la Iglesia, como suele habitual en sus viajes. El próximo lunes comienza su visita a Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur. Todos ellos son Iglesias jóvenes, que necesitan el apoyo de misioneros y reciben el apoyo anual de todos los católicos del mundo a través de Obras Misionales Pontificias (OMP). Una misionera colombiana desde Indonesia explica cómo están viviendo este acontecimiento desde el primer país de la visita papal.

Datos estadísticos de la Iglesia católica en Indonesia

“Esperamos al Papa con mucha esperanza y alegría”, explica la hermana Ana Emilce Parra, una misionera Sierva de María en Indonesia. Todo está listo. “La catedral de Yakarta estaba muy deteriorada, y es pequeña porque hay muy pocos católicos. Desde mayo han estado arreglándola”, explica esta colombiana de 45 años quien, aunque no puede asistir a los encuentros, estuvo en Yakarta hace unos días y pudo ver entre otras cosas cómo estaban colocando la silla donde se sentará el Papa Francisco. Junto a la catedral, han acondicionado un museo y un parque para diversos encuentros. Por las calles hay carteles que dan la bienvenida al Santo Padre. “Es bastante emotivo ver en Yakarta frases alusivas al Papa”, afirma.

“La presencia a veces mínima de la Iglesia católica en estas islas de Indonesia es de un beneficio muy grande”, explica Ana Emilce. “La Iglesia católica hace un gran servicio de ayuda, presencia, enseñanza, salud…”. Ella misma se encarga de visitar enfermos en sus casas –es el carisma de su congregación- por Larantuka. En un país mayoritariamente musulmán (solo 3% de la población se declara católica), la presencia de los católicos en las islas de Indonesia es muy heterogénea. En la Isla de Flores se concentran muchos, pero según esta Sierva de María, hay islas en las que la presencia es muy pequeña, incluso a veces oculta. Y con ellos permanecen misioneros para acompañarles en su fe. “Es un regalo la visita del Papa a estos hermanos nuestros, que han mantenido la fe contra viento y marea”.

La misionera es consciente del esfuerzo que va a hacer el Papa Francisco en llegar a países tan lejanos. Sin embargo, merece la pena. “Hay grandes expectativas de unidad, diálogo y encuentro”, afirma. “Todos los católicos aquí son muy solemnes”, explica la Ana Emilce, que disfruta mucho del cuidado con el que celebran la liturgia. “Sé que el Papa Francisco va a estar feliz”.

14 millones de dólares para cimentar la misión de la Iglesia en Indonesia

Como todas las diócesis de Indonesia son Iglesias jóvenes, consideradas territorios de misión, cada año son ayudados por parte de la Santa Sede a través de Obras Misionales Pontificias (OMP), que canaliza la generosidad de todos los católicos del mundo que colaboran con la misión en Jornadas tan conocidas como las de Domund, Infancia Misionera o Vocaciones Nativas. En los últimos 5 años, Obras Misionales Pontificias ha apoyado a la evangelización en Indonesia con 14 millones de dólares.

La gran mayoría -8.711.155$- a través del Domund. De este dinero, cada una de las diócesis recibe cada año una ayuda fija destinada a los gastos diarios de la diócesis. Se apoyan también necesidades puntuales que van surgiendo en la tarea misionera: compra de terrenos para parroquias en sitios donde antes no había llegado la Iglesia, construcción de conventos para los misioneros de diversas congregaciones (franciscanos/as, pasionistas, agustinos, Verbo Divino…), traducción de la Biblia a lenguas locales… Y por supuesto, también para la evangelización a través de la caridad: 25.000$ para construir un internado de chicas, 35.000$ para ampliar un ambulatorio diocesano…

Además de las ayudas del Domund, desde OMP también se ha enviado cerca de un millón de dólares para proyectos infantiles con Infancia Misionera (evangelización, educación, atención sanitaria…). Y por otro lado, cada año se apoya a los futuros sacerdotes diocesanos de Indonesia. En el último lustro, desde la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol, se han enviado más de cuatro millones de dólares para apoyar a los 16 seminarios diocesanos del país, en los que hay en la actualidad 3.631 seminaristas.

Más de 10.000 jóvenes españoles han sido misioneros este verano

 On 28 de agosto de 2024

Misión en Mozambique
Gabriel Rodríguez y sus compañeros han compartido diariamente su experiencia misionera en Mozambique. Foto de Misiones Canarias.

Más de 10.000 jóvenes españoles han dedicado sus vacaciones de verano a acompañar a los misioneros en diferentes partes del mundo. Cuatro de ellos, que han estado en diferentes continentes, explican qué ha significado para ellos esta experiencia, que ayuda a miles de jóvenes a fortalecer su fe en su vida cotidiana en el regreso a casa.

Con tan solo 20 años, Lucas Ucelay ya había acompañado a las Misioneras de la Caridad en Cuba, Tánger y en Madrid. Este verano ha estado un mes y medio en Calcuta, cuna del carisma de la fundadora de la congregación, Santa Teresa de Calcuta. “Ha sido una experiencia que me ha cambiado el alma”, explica a Obras Misionales Pontificias (OMP) en un vídeo. “En este tiempo en Calcuta me he dado cuenta de que tenemos que pasar tiempo de calidad con el Señor”, afirma este joven. Y para ello, se da unas pautas para rezar ya de vuelta a casa, que pasan por dejar distracciones como el móvil y ponerse delante del Señor.

A la vez que Lucas estaba en Calcuta, Matilde Díez acompañaba al sacerdote burgalés Alfonso Tapia por la selva peruana, en concreto con los niños indígenas. Es el tercer verano que dedica a esta misión, a través de la Asociación Jatari. “Es bastante chocante porque aunque son peruanos, muchos no hablan castellano”, explica en otro vídeo. Estos niños tienen problemas serios de malnutrición, que afecta al crecimiento y al aprendizaje. “Acompañamos al cura, y hablamos de Dios de ejemplo y de palabra”, afirma esta joven de 22 años, que está convencida de que la misión es una forma de estar al servicio.

Norberto Quintana, joven de Effetá, y Gabriel Rodríguez, seminarista, estuvieron con la delegación de misiones de la diócesis de Canarias en Songo (Mozambique) en julio. “La misión está siendo una aventura, una experiencia de fe”, explicaban a OMP desde allí.  Ha sido su primera vez en la misión y las expectativas han sido superadas con creces, especialmente ante la entrega de los dos misioneros a los que han acompañado, Manuel Ramírez y Alberto Font–este último con 92 años, 60 de ellos en Mozambique, al pie del cañón-. “Esto no es un voluntariado ni unas vacaciones solidarias”, afirma Gabriel. “Aquí estamos de misión, colaborando, haciéndonos parte de esta comunidad”.

Una experiencia que fortalece la fe

“A veces, al hablar de los jóvenes que entregan su tiempo de vacaciones a la misión, valoramos su generosidad, su disponibilidad, su entrega… y es evidente que hay que hacerlo”, explica José María Calderón, director de OMP. “Pero no podemos olvidarnos que esos jóvenes vuelven a su lugar de trabajo, de estudio, de ocio, con un convencimiento mucho más arraigado: ¡que Dios hace obras preciosas en ellos a través de aquellas personas a las que han ido a servir! La experiencia de la misión… les enriquece enormemente como personas, como ciudadanos, ¡como cristianos! Y por ello hay que dar, también, muchas gracias a Dios”, concluye.

Son decenas las instituciones que organizan experiencias misioneras de jóvenes españoles en verano. OMP recopila anualmente el contacto de más de 70 de ellas en la Guía compartir la misión, un “catálogo” que favorece que los jóvenes puedan conocer la inmensa variedad de experiencias misioneras que se ofrecen desde la Iglesia española y apuntarse a alguna, siempre con un proceso de formación previo. Y para todos estos jóvenes con inquietud misionera, OMP ofrece la App Supergesto, disponible gratuitamente en todas las plataformas, para que la misión no sea algo puntual sino que les acompañe todo el año a través de testimonios, vídeos y podcast.

Enhamed Enhamed,

 

El mejor nadador español de la historia: “El Señor es mi pastor”

  • On 16 de agosto de 2024

Enhamed nació en Canarias. A los 8 años se quedó ciego. A los 9 años comenzó a nadar. Durante su exitosa carrera deportiva ha logrado cientos de premios, entre ellos 9 medallas en los Juegos Paralímpicos de Atenas, Pekín y Londres. En 2019 ganó su medalla más importante: ¿te imaginas cuál puede ser? Nos lo contó en la última edición del Congreso “Deporte y fe”, celebrado este año en Sevilla:

“Cuando tenía 17 años, decidí que era ateo. Mi razonamiento fue: si todo lo puede y todo lo sabe, ¿por qué yo soy ciego y los demás no? Es injusto, ¿no? ¿Por qué vosotros no sois ciegos? Y esa era mi pregunta. En ese momento en el que toqué fondo, empecé a sentir que vivía sin un propósito claro. Entonces, un día coincidí con un pobre sacerdote durante el vuelo de Canarias a Madrid. Yo estaba sentado en el pasillo, así que no se podía levantar y me pasé dos horas y media bombardeándole a preguntas. Entonces le planteé la pregunta clave: – Si tú tienes tan claro que todo es una cuestión de fe y que los caminos del Señor son inescrutables, ¿por qué yo soy ciego? Y me dijo: – Pues no lo sé, pero eso es algo que tendrás que averiguar. Después de leer mucho y pensar más, descubrí que estaba haciendo mal la pregunta. ¿Y si la pregunto no es por qué soy ciego? ¿Y si la pregunta es para qué soy ciego? Ese fue el punto de inflexión. Comencé a vivir agradeciendo y valorando las cosas. Agradeces el desayuno, agradeces al entrenador… y, poco a poco, fui cambiando. Posteriormente, hice varios retos deportivos, entre ellos el Iron Man, alguna maratón o subir al Kilimanjaro. Uno de los que para mí fue más especial fue cruzar el estrecho de Gibraltar, porque las condiciones se pusieron muy complicadas. A mitad del Canal tuvimos olas de más de 3 metros. Durante toda esa travesía, yo solo me repetía una frase entre brazada y brazada: el Señor es mi pastor.

Después de todo esto, yo os diría que la medalla más importante que me he llevado en mi vida fue que, en la Vigilia de Pascua de 2019, después de un largo peregrinaje espiritual, recibí el Bautismo. Para mí, ha sido la confirmación tangible de que todo lo que he logrado ha sido porque he ido realmente mano a mano y acompañado.”

 El rosario salvó a cuatro jesuitas de la bomba de Hiroshima

  • On 6 de agosto de 2024

El 6 de agosto de 1945, Estados Unidos lanzaba la bomba atómica ‘Little Boy’ sobre la ciudad japonesa de Hiroshima, provocando 140.000 muertos, la mitad de ellos en el momento exacto del impacto.

Pero más allá del hecho histórico por todos conocido, aquel día sucedió algo sorprendente, que la historia y la Iglesia han bautizado como ‘El milagro de Hiroshima’. Cuatro sacerdotes jesuitas de origen alemán se encontraban en la ciudad, más en concreto en la casa parroquial de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción.

En el momento del impacto, uno de ellos estaba celebrando la Eucaristía, y milagrosamente, el edificio fue de los pocos edificios que resistió al poder destructivo de la bomba. Estos cuatro sacerdotes alemanes  (Hugo Lassalle, Hubert Schiffer, Wilhelm Kleinsorge y Hubert Cieslik) sobrevivieron al momento de la detonación, e incluso aseguraban que sólo fueron heridos por los cristales que se rompieron debido a la onda expansiva, pero que la bomba en sí no les llegó a tocar.

Los médicos les aseguraron que morirían semanas o meses después debido a la radiación, como ocurrió con decenas de miles de personas. Sin embargo, 31 años después el padre Shiffer acudió al Congreso Eucarístico en Estados Unidos y relató la historia, concluyendo que los cuatro seguían vivos y no presentaban ningún tipo de secuelas. Lo que les salvó, según contaron más tarde ellos mismos, fue que vivían en el mensaje de la Virgen de Fátima, y rezaban juntos el rosario todos los días.

En los años posteriores, varios médicos realizaron a estos jesuitas hasta 200 análisis, sin llegar nunca a encontrar ningún atisbo de secuela o rastro de radiación.

Mons. Forbin-Janson,

 El fundador de Infancia Misionera que soñó con llegar a China

  • On 11 de julio de 2024

Hoy se conmemora el 180 aniversario de la muerte de Mons. Charles de Forbin-Janson, fundador de la Obra de la Santa Infancia, hoy Obra Pontificia de la Infancia Misionera y uno de los grandes impulsores de la implicación de todos los bautizados en la misión de llevar el Evangelio hasta los confines de la tierra.

Nacido en París en 1785, en una familia noble de militares, la revolución le llevó al exilio en Alemania junto a su familia. Tras regresar a París y recibir la primera comunión, su familia empezó a medrar en la corte de Napoleón. Aunque a él le ofrecieron cargos tenía clara su vocación sacerdotal y misionera. Diversas tareas y responsabilidades no ahogaron su deseo de ser misionero, un deseo que encauzó con su dedicación a las “misiones populares”, que buscaban revivir la fe en la Francia descristianizada de después de la revolución. Tenía un don para la elocuencia y para llegar a la gente. En 1824 es nombrado y consagrado obispo de Nancy y Toul, en el noreste de Francia. En aquel tiempo, mantenía un contacto muy cercano con los misioneros que le escribían y le pedían su ayuda, misioneros que había conocido gracias a su contacto continuo con el Seminario de Misiones Extranjeras de París. Cuando la revolución de 1830, le obligó a abandonar su diócesis, le pidió al Papa que le dispensara de su cargo para poder partir al Extremo Oriente, como misionero. El Papa Pío VIII accedió, pero nuevamente su sueño no se pudo cumplir. Sin embargo, fue en 1839, cuando invitado por los obispos misioneros de América del Norte partió a Canadá y después a Estados Unidos. Su elocuencia volvía a atraer multitudes. Allí estuvo hasta 1841 que volvió a Francia con la idea de crear una fundación en favor de las misiones. Le llegaban noticias sobre muchos niños –y especialmente niñas– de China que, abandonados o asesinados fríamente, morían sin ni siquiera poder recibir el bautismo. Eran las agonizantes solicitudes de ayuda lanzadas por los sacerdotes de la Sociedad de las Misiones Extranjeras de París, de la que él mismo había pensado formar parte.

Ese mismo año de su regreso a Francia, en el verano de 1842, Mons. Charles de Forbin-Janson fue a Lyon para hablar con Pauline Jaricot, la joven laica que, veinte años antes, había fundado la Pontificia Obra de la Propagación de la Fe, el Domund. El espíritu práctico de Pauline le dio el impulso final para organizar lo que sería la Santa Infancia. Tres elementos la constituirían. De menos a más, la ofrenda de una moneda al mes para ayudar a los niños de los territorios de misión, que aportarían los niños que formaran parte de la nueva asociación. Segundo, subiendo en la escala de importancia, la recitación diaria del Ave María, más una breve oración por los niños en las misiones, lo que haría que su compromiso fuese diario y formara sus almas en la cercanía a la misión. El tercer elemento, el más importante e innovador, estaba en el mismo nombre de esta nueva fundación, Obra de la Santa Infancia… de Jesús. Es decir, la “sequela Christi”, la experiencia del seguimiento de Cristo y su imitación se extendían también a los niños. La contemplación de la infancia del Señor abría el corazón de manera sencilla al misterio de la Encarnación, hacerse uno con Cristo y compartir su amor salvador. Así se fundó la Obra el 19 de mayo de 1843.

En seguida tuvo una gran aceptación en Francia. En los años posteriores se convirtió en uno de los grandes ejes de la transmisión y la educación en la fe de los niños de Francia y de muchos otros lugares, como Canadá, donde tanto éxito había tenido la predicación de Mons. Forbin-Janson. Reforzó a la Obra de la Propagación de la Fe, puesto que la mayor parte de los niños que colaboraban con Infancia Misionera se sumaban y respaldaban, ya adultos, la labor de la misma. Además, no se trataba de que los niños de Europa ayudaran a los “pobres” niños del resto del mundo. En Infancia Misionera se acogía en igualdad de condiciones a todos los niños. De hecho, su primer santo, cuyos restos descansan en la Chapelle de la Sante-Enfance de Notre Dame de París, es chino: San Paul Tchen, mártir en China en 1861, cuando era un joven seminarista. Solo un año después de crear la Obra, el 11 de julio de 1844, Mons. Charles de Forbin-Janson murió cerca de Marsella. Se había retirado a una casa de su familia en espera de una mejora de su salud que, desgraciadamente no llegó. El puerto de Marsella era la puerta de salida hacia China, su sueño misionero. De alguna manera, como San Francisco Javier, se podría decir que se quedó “a las puertas de China”.

Su iniciativa fue apoyada inmediatamente por los Papas, que no dejaron de impulsarla y pedir se extendiera a todas las diócesis del mundo y que, finalmente, en 1922, hicieron suya con la concesión por parte del Papa Pío XI, del título de “Pontificia”. La hermana Roberta Tremarelli, secretaria internacional de la Obra Pontificias de la Infancia Misionera pide, con ocasión del 180 aniversario de la muerte de su fundador, que se conmemora hoy, que recemos “no solo por los niños de todo el mundo sino también por el alma de Mons. Charles de Forbin-Janson que nos dejó este hermoso y riquísimo legado, el carisma de la Obra. Oremos por él y por todos nosotros, para que nuestro corazón arda cada vez más del amor al Evangelio y a la Iglesia”.