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martes, 2 de julio de 2024

Gran éxito, de nuevo, del campamento de Infancia Misionera

 On 2 de julio de 2024

Tras una semana, el pasado domingo, 30 de junio, concluía el ya tradicional campamento de Infancia Misionera que ha organizado Obras Misionales Pontificias en España. El marco en el que se celebraba era inmejorable: Javier, Navarra, la casa del Patrón de las misiones. Y la experiencia para quienes la han vivido ha sido inolvidable. 85 niños y adolescentes con sus 25 monitores llegados de distintas diócesis compartieron actividades y conocieron las vidas de grandes misioneros de la historia como Santa Teresa de Calcuta, San Patricio o el anfitrión, San Francisco Javier. Durante la semana, hubo momentos de oración, de piscina, juegos y rastreos. Momentos de catequesis, de adoración y de Eucaristías.

La dinámica del campamento de infantiles –primaria– fue distinta de la del grupo de juveniles –secundaria–, aunque el carisma misionero se encontraba en ambos. Los acampados contaron con la visita del Arzobispo de Pamplona y Tudela, Mons. Florencio Roselló. Durante todo el campamento, el delegado de misiones de Navarra, el padre Oscar Azcona, acompañó a los chavales en los aspectos más espirituales. “Desde las Obras Misionales Pontificias tratamos de que la misión llegue también a los niños para que el espíritu de San Francisco Javier llegue a los más pequeños y se llenen de fe para compartir su grandeza con los demás”, señalaba el Delegado de Misiones de Pamplona- Tudela.

Los más pequeños contaron con la visita y testimonio de la hermana Rosa, de las Esclavas Misioneras de Jesús, que compartió con los niños un resumen de sus años de misionera en Ruanda y México. Fue, sin duda, uno de los momentos más interesantes de la semana. Además, el sábado por la tarde se unió al campamento el Director Nacional de las Obras Misionales Pontificias, el padre José María Calderón que compartió con el grupo los momentos más emotivos en la Celebración Eucarística de clausura y en la despedida, pues la semana terminó con la Eucaristía en la que participaron los padres en la Basílica de Javier y una comida fraterna en el campamento.

Padre Ha-Jo, sobre su año secuestrado en Mali:

  “Nunca había sido tan misionero”

  • On 21 de junio de 2024

El Misionero de África Hans Joachim Lohre –conocido como Padre Ha-Jo- fue secuestrado en noviembre de 2022 en Bamako (Mali) por los yihadistas cuando se disponía a ir a celebrar misa. En una entrevista a Obras Misionales Pontificias explica cómo vivió el momento de su secuestro y su año de cautiverio entregado a la oración por sus enemigos, a los que no les guarda rencor. Después de 26 años de entrega misionera en Mali, le espera un futuro vinculado al diálogo interreligioso.

Usted ha sido misionero durante 26 años en Mali. ¿Cuál ha sido su trabajo?

Muchas gracias por su invitación a Obras Misionales Pontificias.  

Mi nombre es P. Ha-Jo, soy un Misionero de África, también llamados Padres Blancos. Y desde 1981 he estado trabajando durante 26 años en Mali. He pasado 11 años trabajando en parroquias, lo que eso significa en Mali, que es un país musulmán, con un 75% de musulmanes.

Alrededor del 2-3% son cristianos -el 1% son católicos- y hay un buen número de personas que siguen la religión tradicional africana. Así que nuestra principal labor en la parroquia era acompañar a esas pequeñas comunidades cristianas. A veces sólo hay dos o tres familias. Organizamos numerosas sesiones de formación para catequistas y laicos. Después estuve trabajando en formación en Burkina Faso. Y también durante cinco años estuve acompañando a los jóvenes que se estaban planteando si Dios los estaba llamando a ser Misioneros de África. Entonces fue un tiempo de misión, vocación, animación.

Después, durante seis años, fui capellán de la Universidad Católica, que tiene un 80% de estudiantes musulmanes. Así que estuve allí, tenía un pequeño despacho, y muchas personas, jóvenes musulmanes, venían a mí para compartir sus dificultades con sus padres u otros asuntos… Un buen número de situaciones tristes, en las que el padre o la madre había muerto… Y muchas veces me decían: “Padre, lo que te he contado nunca se lo había dicho a nadie”. Así que estaba muy feliz con este trabajo. Y durante seis años también estuve dando clases de educación en valores a musulmanes y cristianos juntos. Y durante los últimos cuatro años, he estado trabajando en el diálogo cristiano-musulmán, siendo el secretario general de la Comisión Episcopal para el diálogo interreligioso con los musulmanes.

¿Qué relación había allí con los musulmanes? Ellos son la mayoría…

Sí, son la mayoría. Somos afortunados de que en Mali no haya guetos, en el sentido de que haya un barrio cristiano y otro musulmán. Sino que en la misma familia hay católicos, protestantes, seguidores de las religiones tradicionales y musulmanes. Entonces, en la vida diaria, nosotros vivimos en simbiosis, vivimos en armonía. Y para ello es muy importante ser conscientes de que el islam, la religión musulmana en África Occidental, está marcada por las cofradías y hermandades. Ellos quieren superar la letra del Corán, para tener una relación de amor personal con Dios. Como la Tijaniyyah, que es muy fuerte.

Se puede comparar en Europa con lo que llamamos terceras órdenes de los franciscanos o los dominicos. Me refiero a musulmanes que se inspiran en su manera de vivir su fe en un santo religioso o un líder. Entonces las relaciones han sido buenas hasta los últimos 20-30 años, cuando llegaron esos movimientos fundamentalistas, hasta 2012, cuando los yihadistas se apoderaron de dos tercios del país.

¿Qué pasó el 20 de noviembre de 2022?

El domingo de Cristo Rey del 20 de noviembre de 2022, salí de mi casa, de la comunidad. Iba a mi coche para decir misa en una de las comunidades cristianas de Bamako. Entonces, cuando abrí la puerta de mi coche, otro coche vino muy rápidamente por detrás, se puso detrás del mío y tres personas saltaron fuera.

Uno se me acercó y me dijo: “Padre, estás detenido”. Dije: “No, lo siento, tengo que ir a decir misa en la comunidad cristiana, en Kalabankoro”. Dijeron: “Basta, cállate. Podrás explicarte en la base”. Entonces, al mismo tiempo, alguien se acercó por detrás. Me rodeó con sus brazos y me arrastró hacia el coche, y el coche se fue.

Así que me pusieron unas esposas, una capucha en la cabeza, y se fueron. Cuando intentaba decir algo, me decían: “Cállate, tranquilízate”. Había un conductor y dos personas a mi izquierda y a mi derecha. Cuando pasamos por Kati, que es la ciudad donde los militares tienen las bases, me di cuenta de que ellos no eran militares, sino que era un secuestro yihadista.

Y tuve la gracia de permanecer perfectamente tranquilo, porque desde 2012 conocíamos el riesgo de que eventualmente nos secuestraran. No piensas en ello, del mismo modo que no piensas en que tengas un accidente cuando subes a tu coche. Pero cuando sucede, dices: “¡Oh, mala suerte la mía!”.

Así que me dije: “Ok, es un secuestro yihadista”. Así que por lo que había oído, sabía que trataban bien a la gente, como a la hermana Gloria, que estuvo cuatro años y medio en manos de los yihadistas. Y pensé: “Bien, sé dónde estaré durante los próximos seis o tres años, o cuatro años y medio, que parece ser el promedio. Dos años es un mínimo, tal vez un año, eso sería un milagro”. Pensé también en Viktor Frankl, quien dijo: han sobrevivido a los campos de concentración nazis no aquellos que se rebelaron o que odiaban a las SS, no aquellos que renunciaron a rendirse, sino aquellos que lograron darle un sentido a esa situación. Entonces, desde el principio, me dije: “El sentido que le voy a dar a mi tiempo de cautiverio es que hoy comienzo mi año sabático. Así que no tengo estrés con el trabajo, sino que tengo mucho tiempo para orar y profundizar mi relación con Dios”.

Y lo tercero que pensé fue en la historia de José en el Antiguo Testamento, que fue vendido por sus hermanos. Y luego, con el tiempo, se convirtió en uno de los peces gordos de Egipto. Y cuando sus hermanos vinieron a comprar grano, les dijo: las cosas malas que me hicisteis, Dios las ha cambiado en buenas. Y yo también, desde el principio, estuve convencido de que Dios sacaría algo bueno para mí, y para Mali y para la Iglesia, durante este tiempo de cautiverio. Soñaba, me decía: “Tal vez tenga que quedarme aquí tres, cuatro o cinco años, y un día me reuniré con uno de esos jefes yihadistas, hablaremos y luego se dará cuenta de que no, de que esta yihad armada no es buena. Y él dejará las armas y tendremos paz. Entonces, para tener paz en Mali, ¿qué son cinco años de cautiverio? Eso no es nada. Así que estoy dispuesto a ceder esto…”.

Bueno, entonces entregaron el coche a los yihadistas y nos internamos en el monte. Y el que estaba a mi lado dijo: “Padre, no tengas miedo. Nosotros somos los buenos. Somos de Al Qaeda. No somos del Estado Islámico, que mata gente. Te trataremos bien. No tengas miedo. Tú tendrás todo lo que necesitas”. Y por la tarde, cuando llegamos al pequeño campamento, habría cinco, seis. Y vino uno de los jefes con un gran saco de ropa.

Y me ordenó que me quitara la ropa. Porque como aquel día había sido el día de la peregrinación nacional, me había puesto una camiseta con la imagen de la Virgen, y en ella estaba escrito “peregrinación nacional”. Así que si un transeúnte pasara y me viera con esa camiseta podría reconocerme.

Entonces me la quité y pensé para mis adentros: “Te han alejado de tu familia, de tus amigos, de tus hermanos, de los estudiantes. No hay nadie con quien puedas contar. Me han quitado el dinero, mi teléfono, las llaves de mi coche. Me han quitado la mochila con la vestidura sacerdotal y el misal y todo… Y ahora me están quitando la ropa. Entonces lo único que tengo es mi vida desnuda”.

Entonces, él metió la mano en el saco y me dio una camiseta. Y en la camiseta estaba escrito: “Amo a mi rey”. Pensé: “Esto es increíble, es una señal de Dios. Lo único que nadie podrá quitarme jamás es mi fe y mi relación con Cristo Rey”. ¡Era la solemnidad de Cristo Rey! Así fue como viví el primer día.

Y debo decir que siempre me trataron muy bien. Nunca hubo una sola mala palabra o un mal gesto. Realmente tengo la impresión de que intentaron, al menos el primer grupo, todo para hacerme sentir lo más cómodo posible.

En un año de secuestro, ¿sentiste al Señor cerca?

Oh sí, sí. Me dije: “Esta es la ocasión para poner en práctica todo lo que crees en general”. Todos creen: Dios me ama. Pues bueno, esta era una ocasión de experimentar el amor de Dios y su presencia. En el camino, con la camiseta… ¡Fueron tantas las señales! El 24 de diciembre por la tarde pedí una radio, e intenté sintonizar algo, y encontré Radio Vaticano y pude seguir la misa de Navidad del Papa desde San Pedro. Entonces realmente me sentí en unión con la Iglesia.

Pasaba de cuatro a cinco horas rezando al día. Rezaba al menos durante dos horas, decía misa. Me traían pan recién horneado por la mañana, y lo usaba. No tenía vino, por supuesto. Y con ello celebraba misa, e imaginaba para mis adentros que estaba en una de las comunidades de Bamako y predicaba sobre el amor a los enemigos, como en el evangelio de hoy: rezad por aquellos que os persiguen. Y realmente podría orar de todo corazón por ellos. Ellos no son malas personas. Están equivocados, pero quieren lo mejor, quieren una sociedad basada en las leyes de Dios tal como se encuentran en el Corán. Quieren una sociedad donde no haya adulterio, ni robo, ni mentira.

Alguien les ha dicho que todos los problemas en Mali vienen del hecho de que los musulmanes no practican su fe como debería. Entonces eso es lo que quieren. Ellos se sienten realmente llamados por Dios para una misión. Es como si algunas personas hubieran estado en una secta durante algunos años y les hubieran lavado el cerebro. Así que no puedo odiarlos por esto. Rezo por ellos para que algún día puedan ver la verdad. Sí, pero no es fácil.

Sea como fuere, pasaba las 24 horas del día con Dios, en conversación con Él. Y este es un hecho sorprendente, sabiendo que los Padres Blancos, las Hermanas Blancas, todos sus amigos y todas sus comunidades y todas sus parroquias y familiares y el mundo entero estaban rezando por mí, incluidos los musulmanes, incluidos los musulmanes en Mali. Eso hizo que de los 371 días, pasé 368 días en perfecta paz, serenidad e incluso alegría.

Esa fue mi oración. Sabía que mi familia, mis amigos, todos estaban torturados por el pensamiento de… “¿Qué pasa con Ha-Yo? ¿Cómo estará? ¿Estará enfermo? ¿Estará maltratado? ¿Le estarán tratando bien?”. Por eso yo rezaba para que ellos también pudieran sentir un poco de la paz que yo tenía en mi corazón.

Y dos semanas después, en la radio, escuché que el presidente del Alto Consejo Musulmán, el Alto Consejo Islámico de Mali, pedía la manifestación de todos los líderes religiosos para protestar contra la inseguridad en Bamako porque habían secuestrado al padre Ha-Jo. Y después alguien me dijo que, desde el principio, se había pedido a todos los musulmanes que oraran por mí los viernes en la mezquita por la liberación de padre Ha-Jo.

Y gracias a eso fui liberado después de sólo un año. Hasta ahora, nunca nadie había sido liberado después de sólo un año. Y especialmente el hecho de que pasé todo este tiempo en paz interior. Entonces, es realmente vivir la comunión de los santos, ¿no? Esa fraternidad. Sí, me sentí realmente sostenido por las oraciones de tanta gente.

¿Merece la pena que la Iglesia siga en Mail?

¡Por supuesto! Quiero decir, la Iglesia es llamada por Dios… Uno de los últimos días estaba hablando con ellos y alguien dijo: “Pero dime, ¿qué hace un sacerdote en nuestros países musulmanes? ¿Habéis venido aquí para convertirnos?”. Entonces, por supuesto, no puedes decir “vengo a convertirte”, o “misión” es una palabra que no se debe usar.

Entonces tuve el reflejo de decir: “Bueno, los sacerdotes católicos, cristianos, hacemos lo que se supone que debemos hacer. Intentamos ser testigos del amor de Dios hacia todas las personas, especialmente hacia los pobres, los enfermos, los excluidos. Y la misión de Cristo es la de ser sus testigos entre todas las naciones hasta los confines de la Tierra”.

Y creo que es muy importante todo este ámbito del diálogo cristiano-musulmán, porque no habrá paz entre las naciones sin paz entre las religiones, tal como dijo Hans Küng.

¿Merece la pena ser misionero?

Sí. Nunca había sido más misionero que allí. Mi misión ya no era trabajar activamente para facilitar los encuentros en los diferentes grupos. Sino que mi misión era ahora rezar. Recé por el diálogo interreligioso. Recé por Iyad Ag Ghaly, recé por Amadu Koufa, por los líderes de Al Qaeda. Y sí, esa fue mi misión.

Y pensaba en todos esos jóvenes, porque son jóvenes. Entre ellos tienen de 16 a 26 años. Ellos están todo el día escuchando el Corán. Todo el día están escuchando sermones, todo el día escuchan canciones que exaltan la yihad. Y yo pensaba: “Estas personas realmente intentan estar a la altura de lo que está escrito en el Corán, en la Palabra de Dios”.

Entonces ¿qué pasa con nosotros los cristianos? ¿Tenemos el mismo deseo de conocer la Palabra de Dios y ponerla en práctica y, realmente, convencer a otros? Cada día, cuatro, cinco o seis veces venían y me decían: “por favor, por favor, hazte musulmán para poder salvarte”. Ellos querían que me salvara. Porque de lo contrario, si eres cristiano, irás al infierno.

Bueno, esta es la interpretación fundamentalista islámica. Nunca jamás uno de los musulmanes de Mali te diría esto. Saben que todos somos hijos de Dios. No, pero para los fundamentalistas, no.

¿Les ha perdonado?

Sí. No hubo ningún problema. Desde el principio, después de tres horas, cuando me entregaron a los yihadistas, le dije al que me había dicho “padre, estás detenido”; le dije: “Lo que has hecho es muy malo. Esta no es la voluntad de Dios”. Y él dijo: “Espero que algún día puedas perdonarnos”.

Y luego, después del primer lugar de encuentro vino otro y me dijo: “Por favor perdónanos si te hemos hecho algo que no te haya gustado”. Y lo mismo dos días antes de ser liberado, cuando iba a ser entregado a las personas que me trajeron de regreso a Alemania, el conductor me dijo: “Por favor, perdónanos si hemos hecho algo que no te haya gustado”.

¿Cuál es ahora tu futuro?

¿Mi futuro? Bueno, pues lamentablemente no puedo volver a Mali. Pero como estoy convencido de la importancia del diálogo interreligioso también aquí en Europa, los Misioneros de África tienen varias comunidades en Francia, en Alemania, en Liverpool, que trabajan en este ámbito del diálogo interreligioso. Así que lo más probable es que vaya a Marsella en esa comunidad a partir del próximo mes de septiembre.

¿Qué mensaje nos darías a los que apoyamos la misión de la Iglesia desde nuestros países?

Lo que he experimentado realmente es que nuestra fe cristiana no son sólo palabras, sino que es real, real, real. Así que, por favor, simplemente confiad en las palabras de Jesús. Si él dijo: “Yo estoy contigo todos los días hasta el final de tu vida”, esto es cierto. Y si te encuentras en situaciones difíciles, por favor, no te desesperes. Sino que tal como decía Viktor Frankl, pregúntate: “¿Qué te está pidiendo Dios a ti ahora? ¿Cuál es la misión que te encomienda a través de esto -la enfermedad o lo que sea-? Intenta vivirlo con el Señor.

Los 300 jóvenes de un seminario, el futuro de la Iglesia de Tanzania

 On 18 de junio de 2024

El cardenal Protase Rugambwa, Arzobispo de Tabora, la diócesis donde está enclavado el seminario, señalaba: “Estamos agradecidos a Dios por el continuo crecimiento de las vocaciones en el Seminario Mayor San Pablo de Kipalapala, donde actualmente contamos con cerca de 290 seminaristas que están completando sus estudios teológicos”. Estas declaraciones a la Agencia Fides de las Obras Misionales Pontificias, las hacía la semana pasada con motivo de la graduación de 40 seminaristas que han completado sus estudios teológicos y que, en breve, se ordenarán sacerdotes.

El seminario de Kipalapala es uno de los tres Seminarios de Teología que dirige la Conferencia Episcopal de Tanzania. Situado en la archidiócesis de Tabora, fue fundado en 1918 por los Misioneros de África cuando la archidiócesis era entonces el Vicariato Apostólico de Unyanyembe. Se estableció en la localidad de Ushirombo, donde tenía su sede el vicariato. Más tarde se trasladó a un lugar conocido como Utinta, en la actual diócesis de Mpanda, y desde 1925 está en Kipalapala.

Las Obras Misionales Pontificias no han dejado de apoyar a este seminario. Curso tras curso les han hecho llegar la generosidad de muchos fieles de todo el mundo. Son cristianos convencidos de que el futuro de la Iglesia está en el apoyo a las vocaciones. En este último curso se les ha apoyado con 125.000 euros. De esta forma, en el día a día del seminario de San Pablo, están presentes todos los donantes de la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol, una de las cuatro Obras Misionales Pontificias, que tiene como objetivo el apoyo decidido a las vocaciones en los países de misión. Con 25.000 euros se ha podido financiar la lavandería del seminario. Los otros 100.000 euros enviados, una cantidad fija con la que cuentan cada año, han ido destinados a alimentación y a pagar agua, luz y otros gastos fijos.

Ante el centenario del seminario, se han preparado una serie de actos que concluirán el próximo año y que tienen como objetivo que tanto los católicos tanzanos como los mismos seminaristas tomen conciencia de que tener sacerdotes bien formados y santos es de importancia vital para el futuro de la vida y la misión de la Iglesia en Tanzania y en todo el mundo.

El Papa pide detener la violencia en el Congo

 On 17 de junio de 2024

El Papa Francisco volvía una vez más a recordar la terrible situación que se vive en el Este de la República Democrática del Congo, una zona que lleva dos años envuelta en un conflicto devastador que ha llevado a que 7,2 millones de personas tengan que abandonar sus hogares.

“Siguen llegando noticias dolorosas de enfrentamientos y masacres que se han producido en la parte oriental de la República Democrática del Congo. Dirijo mi llamamiento a las Autoridades nacionales y a la Comunidad internacional, para que se haga todo lo posible para detener la violencia y por la por la salvaguardia de la vida de los civiles”, decía el Papa Francisco ayer durante el rezo del Ángelus. La rutina habitual de esta tierra según explicaba hace unas semanas el misionero comboniano Eliseo Tacchella es “sufrimiento, guerra y condiciones verdaderamente miserable”. El este del Congo parece una tierra de nadie: un vasto territorio que escapa al control del ejército.

“Entre las víctimas, muchos son cristianos asesinados in odium fidei”, señalaba en Papa Francisco en el ángelus. “Son mártires. Su sacrificio es una semilla que germina y da fruto y nos enseña a testimoniar el Evangelio con valentía y coherencia. No dejemos de rezar por la paz en Ucrania, en Tierra Santa, en Sudán, Myanmar y en todos los lugares en los que se sufre por la guerra”.


100 años de las Misioneras Cruzadas de la Iglesia

 On 14 de junio de 2024

Misioneras Cruzadas de la Iglesia - Nazarias - Peru
Misioneras Cruzadas de la Iglesia en Perú

Este domingo en la casa general de Madrid de las Misioneras Cruzadas de la Iglesia tendrá lugar el acto de apertura del centenario de este instituto misionero fundado por Santa Nazaria Ignacia, una madrileña que decía “En amar, obedecer y cooperar con la Iglesia, en su obra de predicar el Evangelio a toda criatura, está nuestra vida, el ser lo que somos”. El acto de apertura de este domingo 16 de junio contará con la presencia del obispo auxiliar de Madrid, Mons. Jesús Vidal, comenzando así un año que bajo el lema “Anunciando el Reino, bajando a la calle” se vivirá con diversos actos en todo el mundo y se coronará el 16 de junio de 2025.

Desde su fundación las Misioneras Cruzadas de la Iglesia han llegado a la India en Asia; a Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Perú, y Uruguay, en América; y a Guinea Ecuatorial y la República Democrática del Congo, en África, haciendo realidad el carisma misionero que inspiró a la Madre María Ignacia.

Son muchas las actividades y apostolados que llevan adelante, desde acogida de adolescentes con situación de fragilidad familiar a atención médica para gente sin recursos, comedores populares, formación y promoción de la mujer, educación y colegios, sin olvidar la espiritualidad con casas de oración y de retiros. Pero tienen claro como ellas mismas explican que “no ponemos límites a nuestro programa, sus confines son los del mundo, porque estos son los confines del Reino de Dios”.

Su fundadora Santa Nazaria Ignacia March Mesa nació en Madrid en 1889. Desde niña sintió la llamada del Señor de seguirle y quería ser misionera como los jesuitas, por lo que fundó en su colegio un grupo al que llamó Misioneras ocultas, para que, con su oración y sacrificio, trabajasen por las misiones. Por razones económicas, la familia tuvo que trasladarse a México. En el viaje en barco conoció a dos Hermanitas de los Ancianos Desamparados, congregación en la que ingresó y tras profesar fue enviada como misionera a Oruro, en Bolivia. Allí sintió la llamada del señor a una vida misionera, entregada a evangelizar a los pobres y sobre todo a trabajar por la unión y extensión de la Iglesia. Con la bendición del señor nuncio y de la jerarquía de Bolivia, que le dispensó de sus votos, para poder fundar en Oruro el nuevo instituto misionero que comenzó en la más absoluta pobreza, con sólo 40 centavos. Abrió comedores sociales, trabajó incansablemente por la promoción de la mujer y la educación de los niños. Fundó casas en Argentina, Uruguay y España. Nazaria moriría en Buenos Aires el 6 de julio de 1943. Su congregación recibió la aprobación definitiva el 9 de junio de 1947 con el nombre de Misioneras Cruzadas de la Iglesia. Sus restos reposan en Oruro desde 1972. El Papa Juan Pablo II, declaró mediante Decreto, la heroicidad de sus virtudes el día 1 de septiembre de 1988. Fue beatificada el 27 de septiembre de 1992 y canonizada el 14 de octubre de 2018 en Roma, por el Papa Francisco.