sábado, 14 de marzo de 2015

“Los jóvenes siempre nos desafían a compartir la verdad de Jesucristo con claridad”

OMPRESS-ROMA (13-03-15) El encuentro con la juventud de Asia y su viaje al país estaban muy presentes en el encuentro del Papa Francisco ayer con los obispos de Corea y de Mongolia en su visita ad limina a Roma. El Papa recordó la bondad del pueblo coreano y su generosidad y acogida. A los obispos coreanos se sumó Mons. Wenceslao Padilla, Prefecto Apostólico de Ulan-Bator, capital de Mongolia.
“Para mí”, les decía ayer el Papa, “uno de los momentos más hermosos de la visita a Corea fue la beatificación de los mártires Paul Yun Ji-chung y compañero”. Estos primeros cristianos coreanos “no sólo habían alimentado su relación personal con Jesús, sino que lo habían llevado a otros, sin diferencias de clase o posición social”. Y es que “su ejemplo es una escuela que puede hacer de nosotros testigos cristianos cada vez más fieles, llamándonos al encuentro, a la caridad y al sacrificio”.
Este ejemplo es especialmente necesario hoy, señalaba el Papa, cuando los individuos, a pesar de los avances tecnológicos y de comunicación, están cada vez más aislados. Por eso la Iglesia de Corea, sacerdotes, religiosos y fieles deben trabajar juntos para lograr que “las parroquias, las escuelas y los centros de apostolado sean auténticos lugares de encuentro: encuentro con el Señor, que nos enseña a amar y que abre nuestros ojos a la dignidad de cada persona, y encuentro de los unos con los otros, especialmente con los pobres, los ancianos, las personas olvidadas que están en medio de nosotros”. Así seremos testigos más convincentes del poder salvífico de Jesús.
El Papa también recordó su encuentro con los jóvenes: “Ha sido una alegría para mí estar con los jóvenes de Corea y de toda Asia que se han reunido para la Jornada de la Juventud asiática, y experimentar su apertura a Dios y a los demás”. Explicó que los jóvenes siempre nos desafían a compartir la verdad de Jesucristo con claridad y ponen a prueba la autenticidad de nuestra fe y fidelidad. “Los jóvenes nos llamarán al orden a nosotros y a la Iglesia si nuestra vida no refleja nuestra fe. Su honestidad, en este aspecto, puede sernos de ayuda, sobre todo al intentar ayudar a los fieles a manifestar la fe en su vida cotidiana”.
Dirigiéndose a Mons. Padilla: “Quiero expresar mi aprecio de modo especial a la comunidad católica de Mongolia, por sus esfuerzos en la edificación del Reino de Dios. Que siga fervorosa en la fe, confiando siempre que la fuerza santificadora del Espíritu Santo obra en ella como discípula misionera”. Aunque es una pequeña comunidad en un vasto territorio – son 1.000 católicos en una población de casi 3 millones de habitantes – esta Iglesia es “como el grano de mostaza que es la promesa de la plenitud del Reino de Dios”.