domingo, 31 de enero de 2016

Los dos pulmones de la Evangelización

La primera evangelización en las zonas de Misión y la animación misionera en las Iglesias de antigua constitución son un binomio inseparable y vital.
La última Asamblea Plenaria de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos ha examinado y valorado las respuestas a un amplísimo cuestionario que los responsables de las Iglesias nacientes han enviado a este dicasterio, sobre los aspectos internos y externos que favorecen o debilitan la actividad de la evangelización. A la luz de las respuestas recibidas, el cardenal Filoni, prefecto de la Congregación, planteó, en la ponencia inaugural, algunas prioridades de la actividad misionera de la Iglesia en la actualidad.

La primera de estas preferencias es fortalecer el binomio, “inseparable y vital”, del compromiso de la primera evangelización en las zonas de misión y la animación misionera en las Iglesias de antigua constitución. Son dos realidades que se necesitan recíprocamente, ya que una acción no puede subsistir sin la otra: son los dos pulmones de la Iglesia. Desgraciadamente, es frecuente la tentación, en las Iglesias de aquí y de allá, de replegar el compromiso evangelizador dentro de los límites geográficos o jurídicos propios. En defensa de esta idea se promueven acciones y discursos argumentales a favor de una necesaria separación, al considerar estas realidades evangelizadoras como acciones incompatibles. “¿Cómo podemos –piensan los de un lado– cooperar con aquellas Iglesias nacientes, cuando nuestras comunidades cristianas están languideciendo y disminuyen notablemente los recursos humanos para la pastoral ordinaria? También en nuestros ámbitos sociales y culturales es urgente la primera evangelización”. La respuesta no se hace esperar, y se opta por atender primero a las “propias” comunidades cristianas, volviendo la espalda a la indispensable cooperación con las Iglesias nacientes y en formación. “¿Cómo vamos a salir –piensan los del otro lado– a evangelizar a aquellos que ya han recibido el primer anuncio, cuando carecemos de experiencia pastoral y nos son tan necesarios los escasos recursos humanos de los que disponemos?”. Se han acostumbrado a ser Iglesias “receptoras” y tal vez no se hayan iniciado en la necesidad de dar de su pobreza y de su pequeñez, por lo que dejan para “más tarde” la exigencia de salir al encuentro de otros ámbitos de evangelización.

Es necesario romper la dicotomía entre ambos planteamientos. Tanto la primera evangelización como la animación misionera en las Iglesias de antigua constitución son dos urgencias evangélicas que se necesitan recíprocamente. El primer anuncio no conoce fronteras jurídico-geográficas. Ha de hacerse allí donde el Evangelio no es conocido, y en esta situación se halla el 82,3% de la humanidad. Es vital que la Iglesia anuncie el Evangelio a todos, en todos los lugares y ocasiones, “sin demoras, sin asco y sin miedo” (EG 23). Este dinamismo misionero no sería posible sin atender la animación y formación misioneras en las comunidades cristianas de más larga tradición, como respuesta al secularismo cada vez más evidente, que tiende a apagar la fe, haciéndola irrelevante y relegándola a lo privado. Quienes son sensibles a esta necesidad experimentan la urgencia de cooperar con las otras Iglesias; quienes se repliegan sobre sus propios problemas y preocupaciones ahogan la necesidad de salir al encuentro del otro para mostrarle el rostro de Dios.

Anastasio Gil, Director de OMP 
Tribuna misionera en la Revista Misioneros Tercer Milenio