“PARA QUE VIENDO VUESTRAS BUENAS OBRAS GLORIFIQUEN
AL PADRE QUE ESTÁ EN LOS CIELOS” (Mat. 5, 16).
El día 3 del mes. En este caso, el 3 de Diciembre, una fecha muy significativa, ya que, en este día, se celebra la fiesta de San Francisco de Javier, patrono de las misiones.
El papa Francisco, en
la Evangelii Gaudium, capítulo quinto,
nº 259, al final nos dice: “Jesús quiere evangelizadores que anuncien la Buena
Noticia no sólo con palabras, sino, sobre todo, con una vida que se ha transfigurado en la presencia de Dios”.
Esto es lo quiere Dios
de sus evangelizadores, pero lo exigen también los que van a ser evangelizados.
Para ratificar esta afirmación me voy a
servir de algo que le ocurrió a San
Francisco de Javier, cuando se disponía a comenzar la evangelización de Japón.
En el viaje en que se
trasladaba el Santo desde Goa hasta Japón le acompañaban Cosme Torres y Juan
Fernández, además de su fiel secretario
e intérprete,
Anjiro, que era japonés. Parten el Domingo de Ramos del año 1549 y llegan a tierras niponas el 15 de Agosto, desembarcando en Kagoshima, capital del reino del sur.
Anjiro, que era japonés. Parten el Domingo de Ramos del año 1549 y llegan a tierras niponas el 15 de Agosto, desembarcando en Kagoshima, capital del reino del sur.
En el viaje Francisco
de Javier aprovecha el tiempo para hacer su programación y plan evangelizador y perfilar los métodos que iba
a emplear para convertir a los japoneses. Era un perfecto organigrama.
Cuando lo tuvo todo
ultimado, se dirigió a su secretario y traductor, Anjiro, para que le diera su
parecer sobre la estrategia que había ido diseñando. Anjiro escuchó atentamente
cuanto le iba refiriendo; pero no decía nada. El santo le insistía y apremiaba
para que le diese su parecer. Pero seguía callado.
Francisco de Javier no
entendía esta actitud y siguió
insistiendo. Al final Anjiro le dio su parecer y dijo al Santo: “Mire usted,
cuando llegue a Japón, lo primero que van a hacer mis compatriotas es
observarle y comprobar cómo vive. Si les convence su vida, lo escucharán”.
Ciertamente, lo que
dice el Papa Francisco de que “los evangelizadores han de anunciar la Buena
Noticia con una vida que se ha transfigurado en la presencia de Dios” es la regla de oro de la Evangelización, de toda
evangelización, también de la “Nueva evangelización”, porque sólo cuando los hombres “vean nuestras
buenas obras creerán y glorificarán al Padre que está en los cielos” (Mat. 5,
16).
Para terminar una pregunta: ¿la vida y las
obras de los evangelizadores y cristianos actuales alcanza esta exigencia?