(Primera obra espiritual de
Misericordia)
El papa Francisco nos
propone vivir este año con mayor profundidad las obras de misericordia.
“Enseñar al que no sabe” es la primera de las obras de misericordia
espirituales.
El hombre, a diferencia
de los animales, guía o debiera guiar su vida no por el instinto, sino por su
razón o entendimiento y éste iluminado
por la fe; pues nuestra razón quedó
debilitada e inclinada al error a
consecuencia del pecado original.
Efectivamente, no basta
conocer la realidad o las cosas con nuestras facultades o potencias humanas,
sino verlas a la luz de Dios y esto muy especialmente respecto a cuanto cae
dentro del campo de la ética y la moral,
pues, de ello depende que obremos según el bien y la verdad o según el error y
el mal.
En ese mismo sentido de
ayudarnos a descubrir la verdad y el bien y
a vivirlos hay que entender el mandato del Jesús a sus apóstoles: ”Id,
pues, enseñad a todas las gentes ,
bautizándolas en el nombre de Padre, del Hijo y del Espíritu Santo,
enseñándolas a observar todo cuanto yo
os he mandado”( Mat 28, 19-20).
En nuestro peregrinar
por la tierra el “padre de la mentira” (Jn 8,44), como hiciera con Adán y Eva”,
nos estará acechando constantemente para
apartarnos del camino de la verdad y llevarnos por sus caminos, caminos de perdición.
Ejemplo preclaro de ello tenemos en el hijo pródigo de la parábola evangélica (Luc.
15, 11-32).
Pero Dios Padre, que siempre se muestra “rico en Misericordia”
(Efesios 2, 4), nos ha brindado y nos seguirá brindando hasta el fin de los tiempos
su luz para poder evitar el error y el
mal o su misericordia, para salir de él
y llevarnos, de nuevo, al camino de la verdad y del bien.
Hoy, como siempre y más
que nunca, el hombre está expuesto a la
tentación de dejarse guiar por caminos equivocados…; sobre todo, porque “el
enemigo” utiliza los poderosísimos
instrumentos de la propaganda (como antaño hiciese con la famosa manzana), que se nos
ofrece a través de los medios de comunicación…; en la actualidad, casi totalmente, en sus garras y puestos a su servicio.
Es urgente sacar al
hombre de esa contaminación gnosológica, moral y espiritual, que se ha
extendido a toda la humanidad y tiene confundidas las mentes y las conciencias
del hombre actual y le ha hecho caer en la dictadura del relativismo y del
nihilismo…
La evangelización
tiene como fin poner en práctica el mandato que Cristo ha dado a la Iglesia y a todos los Cristianos
de predicar el evangelio, de predicar la verdad que Cristo nos ha revelado
sobre el hombre, y que magistralmente recoge el Vat. II con estas palabras:” En realidad, el misterio del hombre sólo
se esclarece en el misterio del Verbo encarnado. Porque Adán, el primer hombre,
era figura del que había de venir, es decir, Cristo nuestro Señor. Cristo, pues, el nuevo Adán, en la misma revelación
del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio
hombre y le descubre la sublimidad de su vocación” (GS 22).
En el laberinto vital y mental, en la confusión moral y espiritual en que hoy está sumergida la humanidad es urgente practicar, más que ninguna
otra, la obra de misericordia: “Enseñar al que no sabe”; es decir, ser
misioneros de la Verdad con mayúsculas.
El papa Benedicto XVI, con la proverbial sabiduría que le caracteriza,
ha dicho: “Es importante recordar que la mayor obra de caridad (de misericordia
podríamos decir aquí) es la Evangelización, es decir, el servicio de la
palabra. Ninguna acción es más benéfica y, por tanto, caritativa hacia el prójimo
que partir el pan de la Palabra de Dios, hacerle partícipe de la Buena Nueva
del Evangelio, introduciéndole en la relación con Dios. Evangelizar es la promoción más alta e integral de la
persona humana”. (Mensaje para la Cuaresma de 2013).
En este Año de la Misericordia abrámonos todos al Espíritu Santo y,
ungidos por El, colaboremos los cristianos en llevar a nuestra humanidad hasta la verdad plena (Jn
16, 1-15).