DE ASUNCIÓN, ELENA, GLORIA, MARICARMEN Y FRANCISO
(Todos ellos participan, desde hace años, en
la Escuela de formación Misionera, que se realiza en la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara)
La letra de esta canción incluye algunas palabras claves de lo
vivido y compartido estos días que he pasado junto a los chicos del centro de
San Antonio de Atención a Inmigrantes de Ceuta. La oportunidad de participar en
este campo de trabajo con inmigrantes me ha acercado a la realidad viva de
poder acariciar rostros, estrechar manos, compartir conversaciones y sonrisas,
leer miradas, aprender de sus actitudes y valores... en definitiva
sensibilizarme más con una realidad, que a veces no queremos mirarla de frente
y mostramos indiferencia, pero que está presente en nuestros vidas.
Desde la fe me ha gustado experimentar la riqueza y diversidad de
culturas y religiones. La convivencia, respeto y riqueza que está presente en
la vida cotidiana de los ceutís entre musulmanes, cristianos, hindúes y
judíos.
Continuaremos en nuestros ambientes aportando lo aprendido y
lo despertado en nuestro corazón gracias a todo lo vivido en Ceuta. Asunción Parra Cabellos, Guadalajara.
Descubrir que puedes encontrar a
familia fuera de los lazos de sangre es lo que he encontrado en el Campo de
Trabajo con Inmigrantes en Ceuta.
Desde el primer momento me he sentido
como en casa. Sólo me salen palabras de gratitud a Dios por haberme dado la
oportunidad de compartir estos días con los chicos que cada día venían al
Centro San Antonio, como con mis compañeros de camino. Sin apenas conocernos
hemos vivido unos días intensos en los que cada uno ha puesto lo mejor que
tenía. Sin duda, serán recuerdos imborrables que quedarán en mi corazón.
He podido admirar a Dios en cada una
de las personas que han estado junto a mí. He descubierto el sueño de Dios, que
desea que seamos felices, siendo joyas valiosas para Él y siendo Él el mayor
tesoro que podemos alcanzar. Se ha hecho presente en cada una de estas personas
que están rotas por dentro, que aunque a veces les cuesta sonreír, tienen una
fuerza especial que les empuja a no decaer buscando una vida mejor.
Siento una gran admiración por estos buscadores de sueños.
¡Cuánto tenemos que aprender de ellos! Puede parecer que en este tipo de
encuentros e intercambios los que aprenden son ellos de nosotros… pero yo tengo
la certeza de que es al revés. Gracias a los Misioneros Javerianos y a las
Franciscanas Misioneras de María por cruzaros en mi camino de Fe, ha sido un
gran regalo. Ahora me toca a mí regalar en mi día a día. Espero saber hacerlo. ELENA PÉREZ PASTOR,
Guadalajara