Cuando se me ofreció la
posibilidad de ir al encuentro de
jóvenes misioneros pensé: ¡no me lo puedo perder! Es una gran oportunidad para
poder compartir la fe con personas misioneras,
escuchar sus experiencias que enriquecen
tanto, que ayudan a renovar la energía
y alientan a aportar un granito de arena
e intentar hacer un mundo mejor allá donde estemos.
Este año, después de haber
participado en el campo de trabajo solidario con los hermanos de San Juan de Dios
en Sucre (Bolivia), he sentido este encuentro misionero como un regalo. En muchos momentos de las charlas he revivido
mi experiencia al escuchar los testimonios, sintiendo la alegría y gratitud
ante tantas personas comprometidas con los más débiles, aquí y en otros
continentes, el dolor ante las injusticias que cometemos cada vez que somos
indiferentes ante las enfermedades y necesidades de los más pobres, …
En este encuentro he sentido la
esperanza y la humanidad vivida y transmitida
en todos los testimonios.
Lo vivido y compartido, desde la
fe, me invita a cambiar mi corazón para
que cada día sea más humano.
Asunción Parra Cabellos
Sigüenza-Guadalajara